III

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- ¡Te gané!

- ¿Qué te dije antes? ¡Nunca abras la boca antes de tiempo!

- ¡Otra vez no!

- Vamos, me tienes que dar algo.

- Ugh, siempre pierdo yo. ¿Unas palabras de felicitaciones te sirven?

Powder sonrió y cruzó los brazos como si estuviese meditando la decisión.

- Vale, acepto.

- Uhm... el... el color de tus ojos me recuerda al cielo. Al cielo de Piltóver, no al cielo horrible de Zaun.

- Pero... tú nunca has ido arriba.

- Usa la imaginación, Pow. Por algo la tenemos.

- Dime otra cosa, o tendrás que darme... ¡tu pulsera!

Mierda, no, eso no.

- Ehm... eres linda. Siempre me pareciste linda. Y agradable. Tienes un gran talento construyendo cosas y eso también me gusta de tí.

Su cara se puso como un tomate y creo que la mía estaba peor.

...

Desperté del recuerdo presentado como sueño atado contra un barrote de metal. Afortunadamente, no estaba maniatado, solamente atado.

Me encontraba en una especie de... ¿guarida?

A mí izquierda se distinguía una clase de taller con cosas a medio construir y al frente mía, lejos, sofás con gente sentada. Esa gente sentada, no se movía.

- ¿Hola? - Grité -

Entre más observaba más notaba los detalles de la estructura. Y menos entendía que era.

Pasos.

Oí pasos. Con suerte, la persona que me tiene secuestrado no me habrá escuchado. Los pasos eran irregulares, como si la persona estuviese herida.

- No, no, ¡te equivocas! Vinieron por mi, no por esa estúpida roca.

El olor a sangre invadió mis fosas nasales a medida que el sujeto en cuestión se arrimaba cada vez más, y fue solo cuestión de tiempo para ver, o mejor dicho, verla frente a mí.

- ¿Powder?

Al instante dejó de hablar y me observó fulminante con sus ojos.

- Jinx. - Me corrigió -

- Ok, Jinx. Lo siento. ¿Dónde estamos?

Cada vez respiraba más rápido, las sogas estaban demasiado apretadas y sentía que no tenía espacio suficiente para hacerlo.

- En mi super guarida, duh. Déjate de preguntas y quedate quieto, tengo que arreglar tu frente.

Se acercó a mi con una pequeña caja blanca decorada a base de innumerables garabatos coloridos y caóticos.

La abrió y dentro de ella se encontraban algunos elementos de primeros auxilios de dudosa procedencia e higiene. Y como detalle extra, un par de crayones.

Bruscamente Powder tomó una botella de alcohol (literalmente, alcohol. Vodka para ser específico) y tomó un buen trago para luego lanzarme buena parte de su contenido en mi frente.

Ardió. Y mucho. Mi cuerpo se retorció un poco dentro de las posibilidades que me daban las cuerdas.

Un atisbo de arrepentimiento se dió a ver en su rostro.

- Lo siento, lo siento, lo siento. - Dijo rápido - Pero tengo que curarte. No quiero que nada te suceda.

"No quiero que nada te suceda."

Sus ojos... nunca me había tomado el tiempo de apreciarlos tan de cerca.

- ¿Qué te sucedió? ¿Por qué el cambio... Jinx? ¿Qué te llevó a todo esto?

Esos increíbles ojos que recién brillaban, ahora también lo hacían, pero con un retenido rencor. Gradualmente su rostro se tiñó de una expresión extraña en la que se distinguía dolor, odio y nostalgia.

- Tú y Vi... me abandonaron. ¿¡O acaso no lo recuerdas!? ¡Sabía! ¡Sabía que no te importaba!

Agarró su cabeza, como queriendo cubrirse y lloró. Como nunca antes la había visto hacerlo.

- ¡Te importa más una estúpida y maldita piedra! ¿¡Verdad!? ¡Lo sabía!

- Po-Jinx... yo jamás te abandoné. - Suspiré pesadamente - ¿Me dejas explicarte?

Powder detuvo sus repentinos movimientos (parecía querer ahuyentar a alguien, o algo) y nuevamente se colocó frente a mí, sentada como en fila india.

- Habla. - Sentenció seria -

- La máscara es la respuesta.

Con toda mi fuerza de voluntad, sostenía la mirada con ella. Costaba hacerlo.

- Quítamela. Quítame la máscara y entenderás mejor.

- No. Me vas a golpear.

- Estoy atado.

- Me darás un golpe con tu cabeza.

- Ok... buen punto. - Suspiré nuevamente - Uhm... ah, ya sé. ¿Ves ese botón de ahí? - Dije girando mi cara, mientras ella asentía - Bueno, tócalo rápido y se saldrá sola.

Se me acercó despacio y en un segundo hizo lo que le indiqué.

El ruido seco del elemento chocando contra el suelo me dijo que había funcionado y no se trabó.

Cierta expresión de "concentración curiosa" se esbozó en su rostro mientras parecía admirar la marca. Sentí un gran alivio al saber que no se asustó o asqueó.

- Bueno. Te aseguré una explicación. En síntesis, cuando sucedió... eso... el incidente del muelle... la explosión generó que... una bola de fuego golpease en esa parte de mi cara. A su vez, la bola de fuego que me asestó tal impacto que me desmayó. - Clavé mis ojos en los suyos - Yo jamás te abandonaría. Eres la persona más especial para mí.

Y me abrazó.

Con tal fuerza, que sentí que deseaba aplastarme.

Y cómo no, lloraba por lo bajo.

- Especial... - La oí susurrar -

- Si. Especial. Muy especial. - Correspondí -

Tantos Años... (1er Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora