Ya no pude contestar, mi garganta se ahogó y las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas. Un sollozo que no pude contener, logró que León me mirara, siendo que antes se encontraba con la vista clavada en el piso. No sé si se dio cuenta del motivo o sólo me abrazó por verme llorar. Me apresó fuertemente con su cuerpo, hundiendo mi rostro en su pecho y depositando un beso en mi frente. "Yo ya me voy" dijedespués de soltarme de su agarre, pero no me dejó ir. Casi que me obligó a dormir en su casa, diciendo que no quería que pase la noche en la calle. Por más que intenté irme, no me lo permitió, incluso apoyó su mano en la puerta cuando intenté abrirla. Era increíble lo protegido que me sentía junto a él.
Volvió a preguntar qué había pasado antes y por qué la policía me estaba persiguiendo. Recordé que no me escuchó cuando se lo conté. Otra vez narré disfrazando algunas cosas y metí en el relato a Cucho, un amigo de Mariano, sólo porque no podía hablarle de Pedro o me vería obligado a contar todo sobre el negocio con Nicolás que antes oculté. Cada vez llenaba más de mentiras a León, y me sentía mal por eso, pero tenía que hacerlo. Después conté con detalles a partir del corte en el brazo y cuando apareció Christopher, hasta que me llevó a su casa. El rubio pareció entender mi explicación.
Me ofreció algo de comer, pero el tan sólo pensar en comida me generó repulsión, mi estómago ya estaba muy achicado. Le dije que sólo quería dormir.
Subimos a la habitación, León se acostó en su cama y yo en el sofá. Cerré mis ojos, pero no podía dormir. Recordé que el día siguiente, era mi cumpleaños. Iba a cumplir diecisiete cortos años de vida. No sé por qué tenía tan presente esa fecha, siempre me esforzaba por olvidarla, pero no podía. Permanecía en mi memoria. Mis cumpleaños nunca habían sido lindos, para nada, al contrario. El único que siempre lo recordaba era mi padre, que me decía "Feliz cumpleaños, Ramiro" y me daba un desagradable beso en la mejilla, el único puto día del año en que me demostraba su supuesto cariño. ¿Por qué no todos los días? Me sonaba totalmente falso. Las personas no tienen que acordarse de vos sólo en tu cumpleaños, tienen que estar presentes siempre. Las últimas dos fechas como ésta, las había pasado en soledad, en la calle, sin que nadie me dijera nada, porque claro, nadie lo sabía. Aún así, por más que intentaba ser fuerte, por algún motivo me sentía deprimido, y un nudo invadía mi garganta.
Vi a León con los ojos abiertos en su cama, gracias a un rayo de luz artificial que se coló por la cortina. En ese momento necesitaba de él, aunque sea unas palabras. Sabía que mi rubio me haría sentir mejor. No pude contenerme y le hablé. Le pregunté si estaba despierto, conociendo la respuesta. Supongo que presintió que algo me pasaba, y por eso lo cuestionó. Consulté la hora. "00:27". Mi cumpleaños. Otra vez mis estúpidos sollozos le avisaron al rubio que el llanto se había apoderado de mí. Confundido me preguntó si necesitaba drogas, y le dije que estaba consumiendo menos, por no contar que no había probado absolutamente nada desde aquel porro que fumé en su sala. Me maldije por haberle hablado, tendría que haber callado esas palabras y hacerme el dormido en silencio, tarde o temprano lo superaría. No me quedó más remedio y me vi obligado a informarle que mi cumpleaños había empezado hacía treinta minutos. También le expliqué el por qué de mi depresión, y que me sentía demasiado solo. Me sentí humillado y escondí el rostro en mis manos para continuar llorando. "No llores más" dijo León, y agregó: "Vení conmigo". ¿De verdad dijo eso? No lo podía creer. Lo miré y vi cómo se removió en su cama, dejando un espacio a su lado en donde yo cabía perfectamente. Dubitativo me puse de pie y caminé hacia él, notando cómo levantó las frazadas, para que pudiera entrar. Me estaba invitando a acostarme con él, eso es simplemente increíble. El mejor regalo de cumpleaños que recibí en mi vida. Me recosté a su lado y rodeó mi cuerpo con sus brazos. "No estás solo, tonto. Ahora estás conmigo. Feliz cumpleaños." susurró en mi oído. Estar con León en su cama, siendo abrazado por él, era simplemente el paraíso. "Gracias, León. Te quiero mucho." le dije, a lo que respondió esta vez oyéndose muy seguro: "Yo también te quiero." y besó mis labios. Sólo sonreí de felicidad. Podría haber continuado ese beso, pero en ese momento me sentí totalmente completo con sólo tenerlo a mi lado. No necesitaba nada más.
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Relato de un drogadicto
Historia Corta[TERMINADA] Me dicen Rama. Soy otro estúpido adolescente. Sólo una historia más entre tantas. Me abandonaron, y yo mismo abandoné mi cuerpo. Amé a un chico, que sólo ama a otro chico. Dejé todo por alguien, que me dejó a mí por todo. Consumí de...