2. Deku

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— ¡Es que cuando lo encuentre lo voy a matar Masaru! — gritaba Mitsuki a los cuatro vientos al enterarse que su primogénito se había escapado nuevamente pese a todo. 

Kirishima por su parte, había salido lo más rápido que pudo de la cabaña central después de dar la noticia. Aún así, los gritos de la mujer se podían escuchar dos cabañas a la redonda. 

El pelirrojo iba tan a la defensiva que cuando el pequeño lobo que había mandado Katsuki se le acercó, soltó un gritito para nada masculino.

— ¡No me mate por favor! Yo solo soy el mensajero... ¡Oh...!— exclamó reconociendo al fin al nuevo lobezno que usaba su amigo como mensajero. 

— Hola pequeño — saludó ahora más tranquilo, rascándole detrás de las orejas antes de sacar un poco de carne seca de su bolsillo para dársela al lobito a manera de premio. 

Mientras el animal comía, el chico le sacó el pergamino del collar y poco después el lobo se fue tan rápido como había llegado.

Kirishima se dispuso entonces a leer la misiva.

"Espero que la bruja que no haya hecho demasiado drama. Por el amor que le tienes a Pikachu, NO ACEPTES si te intenta mandar a buscarme otra vez. Los dos sabemos que no me encontrarán hasta que los extras se vayan"

Kirishima dio un suspiro cansado, pues efectivamente sabía que aunque quisieran, no podrían encontrar al rubio. Este tenía muchas escondites por el área y podía moverse libremente por ellos. Sin embargo, si cualquier otra persona intentaba seguirlo o entrar a las cuevas y pasadizos que las conectaban, terminarían, o deambulando por meses en los pasadizos antes de encontrar una salida, o bien con una mordida de advertencia por parte de los lobos. (Por que sí, ya les había eso pasado el año anterior)

Los únicos que podían hallarlo eran sus propios lobos. Y aunque Mitsuki también podía controlarlos en cierta medida(a base de miedo en la humilde opinión de Kirishima) le eran más fieles al cenizo, por lo que al verla escapaban para evitar que les diera órdenes.

 Y aunque Mitsuki también podía controlarlos en cierta medida(a base de miedo en la humilde opinión de Kirishima) le eran más fieles al cenizo, por lo que al verla escapaban para evitar que les diera órdenes

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Horas después, Izuku comenzó a despertar, su mente aún estaba en la bruma del sueño, por lo que se le dificultaba recordar qué hacía antes de caer dormido. 

Lo primero que notó cuando sus sentidos empezaron a responderle fueron la suavidad y calidez de las mantas, no recordaba haber dormido así de cómodo nunca. Estaba tan cómodo y calientito, que por poco pasa por alto el cuerpo que descansaba a su lado.

— ¡¿Pero qué....?! — murmuró tratando de levantarse un poco. ¡Ah! gritó internamente, espabilándose al fin al notar al rubio durmiendo.

Ahora recordaba. ¡Se había caído al lago!

El pecoso trató de alejarse un poco del rubio, pues estaba prácticamente echado encima de él. Pero al intentar moverse hacia atrás, chocó de inmediato con algo más.

Bajo la aurora borealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora