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La sala fue musicalizada por los gemidos de ambos lobos. Haechan bajó el cierre del pantalón, liberando la erección del omega, dando masajes en todo el falo. Así mismo libero su propia erección, masturbando ambos miembros calientes con su mano.

Liberó las manos de su presa, observando sus facciones. Pequeños labios entre abiertos, pintados de un leve rojizo. Mejillas coloreadas de rosa, cabello color rubio, sudado, pegado a su frente. Cientos de gotitas de sudor hacían brillar la tersa y pálida piel. Era una obra de arte, un diamante en bruto bajo su control.

El par de ojos gatunos brillaban, mezcla de lágrimas y placer, observando por leves instantes al atractivo lobo que hacía y deshacía a su antojo sobre él.

Haechan acarició el abdomen, deslindando cualquier tela sobre él, besando cada centímetro de piel, dejando lamidas y mordiscos por doquier, atento a los magníficos gemidos ajenos.

El alfa atacó de nueva cuenta su cuello, besando la mandíbula en un camino directo a sus labios. Dejando mordidas en el proceso.

Ambas bocas se exploraban gustosas, no existía un interés específico solo el placer y el aturdimiento dominaban sobre sus lobos.

Renjun separó los labios, delineando los ajenos con su lengua, en una sutil invitación de entrada. Heachan accedió gustoso, explorando cada rincón de la caliente cavidad.

Ambos estaban tocando su punto culmine, deseosos por llegar al clímax, sabiendo que faltaba poco para explotar. Buscando la cercanía del otro con desesperación.

―H-Haechan~ m~me vengo ―murmuró agitado.

―Hazlo, correte para mí ―pidió seducido por la fragilidad del omega.

Renjun tembló, acercándose a su liberación tan deseada. Echo la cabeza hacia atrás, soltando un fino gemido que indicó la venida de su orgasmo. Haechan hizo lo mismo, respirando agitado mientras los hilos de líquido caliente manchaban su mano. Los músculos de Huang aún eran sensibles a pequeños espasmos, los cuales disminuían poco a poco. Hasta perderse por completo.

―Y-Ya no hay vuelta a-atras ¿Verdad? ―preguntó Renjun, intuyendo que esto no quedaría solo así.

―N-No lo creo bonito. ―Haechan dejó un casto beso en su frente.

Se quedaron así por un rato, descansando uno en el otro. Los párpados del omega se hicieron pesados, su cuerpo ahora se sentía relajado, y eso le daba sueño, tanto que pudo quedarse dormido en unos pocos minutos.

{...}

Renjun parpadeo y se removió en un lugar que no era precisamente el sillón. Abrió los ojos muy despacio, bostezando, con la sutil esperanza de que todo fuera un sueño.

Tanteo los bolsillos de su pantalón, solo para sentir que su zona pélvica era pegajosa, y entonces lo recordó.

Cada una de las cosas que había hecho paso por su mente, llenando sus ojos de lágrimas y su mente de preguntas.

Estaba en celo, en la casa de otro alfa, desbordado. Termino de acomodar su ropa y se incorporó, algo débil pues no había tomado sus supresores.

Dejó la habitación en la que se encontraba y caminó, lento, buscando las fuerzas para dejar esa casa. Preguntándose al mismo tiempo donde estaría el alfa.

Ingreso al living donde hace un rato habían estado, el alfa cuyo nombre golpeó su mente, Haechan, dormía acurrucado, viéndose pequeño, cosa que no parecía cuando estuvo encima suyo. Al acercarse pudo notar lágrimas secas en su rostro, y un color rojizo tiñendo su párpado inferior.

Suspiro y se alejó, su lobo triste le pedía que se quedara. ¿Para qué huir si ya todo estaba perdido? Peino su cabello hacia atrás, resignado a seguir sus instintos.

Entro a la cocina, no haría mal en tomarse algunas libertades ¿o si? Busco sartén, ingredientes y algunos cubiertos, pensando en improvisar algo rápido. Dentro de su mal estar lograba cocinar, siempre que entraba en celo sabía cómo cuidarse, lo había hecho desde que era un adolescente y retomó la costumbre cuando su esposo empezó a faltar en la casa.

[...]

Haechan percibió un aroma delicioso venir de la cocina, abrió los ojos algo adormilado, virando la mirada a donde emergía el aroma.

Se sorprendió, ya que había olvidado por completo la presencia del omega en su hogar. Observó como el pequeño secaba su sudor con una servilleta, mientras servía lo que parecía ser fideos.

―¿Cuanto llevas despierto? ―Se acercó fregando sus ojos con la mano izquierda.

―Unas dos horas. ―Respiró profundo. Los malestares aumentaban de manera paulatina.

―Ya veo, ―olfateo la preparación. ―Huele y se ve delicioso, ¿Qué es?

Renjun sonrió apenas, le gustaban los halagos a su comida.

―Fideos al ajo, prueba un poco. ―Deslizó el segundo plato hacia el alfa.

Haechan asintió, pero antes se detuvo, tomando el mentón del omega con su dedo pulgar e índice.

El pálido tenía la cara colorada, tintada de un suave rosa. Algunas gotitas de sudor adornaban su frente. Contemplo su rostro, con algo de gusto en la mirada. Dio una sonrisa gentil y se fue, dejando a Renjun confundido.

Pocos minutos después regresó a la cocina, con una caja pequeña en sus manos.

―Toma, puedes usar estos supresores, son efectivos y no dañan. ―Los dejo en la mesa, Renjun río haciendo que el alfa se confundiera.

―Pareces una publicidad de supresores. ―Río un poco más. ―Pero gracias, no sabía que existían los suaves.

Hizo puchero, cosa que a Haechan le pareció en extremo adorable.

―Ahora sabes, pero son difíciles de conseguir. ―Le miro con picardía.

―Consiguelos, haré lo que quieras ―Contesto luego de tomar el supresor.

Haechan probó los fideos, respondiendo a estos con un gesto de satisfacción.

―Tendrás que venir a cocinar para mi. ―Sonrió.

―Trato hecho. ―estiro su mano estrechando esta con la del alfa.

Ambos se mantuvieron distraídos alimentándose. Casi sin dirigirse la mirada.

El teléfono de Haechan sonó, robándose el momento, el castaño miró al remitente, y su rostro se tornó triste.

―Es Mark... ―Miro a Renjun sin saber que hacer.

El omega, que siempre tuvo un don para la paciencia, tomó su mano alejando el teléfono.

―No lo atiendas, aún no.

Haechan obedeció, entrelazando su mano con la del rubio, para así evadir las ganas de atender.

―Se que quieres contestar, y decirle lo hijo de puta que es, si pudiera golpearia a mi esposo con mis propias manos, pero antes de hacer cualquier cosa hay que calmarnos. ―hablo conectando la mirada de Lee con la suya. ―Cierra los ojos hasta que el sonido desaparezca y el hormigueo en tus manos se vaya.

Renjun le acarició lentamente el rostro, no sabiendo muy bien que hacer. Haechan cerró los ojos con fuerza, soltando lágrimas de dolor e impotencia.

INFIDELIDAD  °Renhyuck°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora