Era cuestion de tiempo

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5:55 AM y Ray llevaba al cabo de cinco minutos ya despierto mirando al techo de su habitación, como si en este se encontraran todas las respuestas de las interrogantes que invaden al mundo, cuando mucho por lo menos las suyas. En esos momentos tenía la mente en blanco, pensarías que eso era raro pues Ray siempre mantenía su mente muy activa, la verdad es que en las mañanas no solía pensar en nada y siempre se quedaba mirando al techo con cierta curiosidad y admiración, como si se encontrara en otra clase de universo.

Eso se terminaba cuando su alarma comenzaba a sonar, como era el caso y la verdad Ray ya estaba harto de ella, "¿por qué mantengo eso aquí?" se preguntó. El ya tenía la costumbre de levantarse temprano tuviera o no tuviera alarma entonces, ese aparato ya no cumplía con ninguna función. Mirando con desprecio al pequeño aparato azul que inundaba su habitación con aquel molesto ruido se levantó de su cama, se puso sus sandalias y camino un breve trayecto de cuatro pasos hasta su gavetero blanco y lo apago.

La verdad el aparato no era inútil del todo, le obligaba a levantarse. Además Ray no podía darse el lujo de levantarse tarde por un pequeño error suyo. Dando un largo suspiro salió de su habitación para dirigirse al cuarto del baño.

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Una vez reviso que los cuadernos en su mochila fueran los correspondientes a ese día y se observara una vez  en el espejo de su habitación para verificar que su uniforme estuviera impecable, que definitiva era así. El pantalón de tela negro, así como la camisa blanca estaban perfectamente planchados y sin una arruga, la corbata negra estaba bien atada y aunque sabía que dado al calor no tenía la obligación de llevar el chaleco de suéter, a él le gustaba así que se quedaría con él, además también el quedarse con el permitía que los profesos lo identificaran rápidamente, ya que en el instituto a cada estudiante se le era asignado un número de cinco dígitos en el chaleco o el saco de vestir que servía como identificación. Un ejemplo de eso era el 81194 que se encontraba en chaleco arriba del lado izquierdo, o sea justo arriba de su corazón.

Sin más distracciones en su mente salió de su habitación, para ir directo a la cocina.

Al entrar dejo su mochila en el comedor, la mesa ya estaba puesta, suponía que Isabella se había ido temprano y había dejado el desayuno ya listo y su suposición era cierta, al adentrarse más en la cocina vio el desayuno que había preparado Isabella. Consistía en dos rebanadas de pan integral untado con queso crema y rodajas de tomates Cherry por encima y becon frito al lado. Al lado tenía una nota amarilla que le notificaba que había zumo de naranja y lima en la nevera.
Solo había un solo plato entonces Chris, su hermano menor seguro ya se había ido. Agarro el plato, lo colocó en la mesa, fue a la nevera (en el proceso cogió un vaso de cristal) saco la jarra contenía el zumo, lo sirvió en el vaso y volvió a la mesa para empezar su desayuno.

Si algo le gustaba a Ray de su madre Isabella era cuando ella cocinaba, se le daba lo bien cocinar, pero ya que Isabella salía más tarde a trabajar lo normar era que el hiciera el desayuno, eso de cocinar bien había sido algo que aparentemente él había adquirido de ella. Así que Ray atesoraba muchísimo, aunque no lo expresara cuando Isabella hacía algún plato.

Luego de terminar su desayuno y limpiar los trastes. Salió de su hogar hacia el de Emma.

El trayecto era muy corto ya que Emma era su vecina vivía a unas dos casas al frente de él, la calle que los separaba era un poco transcurrida apenas pasaban los autos del vecindario de manera que cruzar la calle no era un problema. Cuando iba a tocar la puerta de Emma escucho un maullido y dirigió su vista hacia abajo.

Era el gato negro de Emma.

Ray lo miro mal, el felino que lo miraba fijamente empezó a acercarse. Eso sobresaltó un poco a Ray, quien empezaba a retroceder. Entonces la puerta fue abierta.

Cuestión de cinco minutos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora