⓪ Prólogo

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2006

Mientras los sonidos apabullantes de la inmensa ciudad de Nueva York se deslizaban a través de los sentidos auditivos de un pequeño niño de 3 años, sus pasos eran cada vez más lentos, difíciles. Le era imposible caminar, ya que apenas había aprendido hacía unos momentos.

Nils Cunningham se encontraba frente a una gran avenida. Automóviles pasaban de un lado a otro. Su mirada no daba a un solo punto, pues era la primera vez que veía la luz del sol y para él era realmente impactante y curioso todo lo que sucedía a su alrededor. Sus ojos marrones se movían en todas las direcciones, mirando como las personas caminaban, reían, paseaban, entre otras cosas que los humanos comunes hacen casualmente. Pero para él, aquello era totalmente sorprendente. Tanto sonido. Tantas voces que podía escuchar. Cosas que tocar y ver. Y también olores muy adictivos, como los de un pequeño puesto de salchichas que se encontraban del otro lado de la calle.

El niño, muy intrigado y fascinado por el olor de aquel aperitivo, sin siquiera pensar mucho, levantó su pequeña manita y de ella estalló su don: un vaho brillante de color azul. Aquello lo sorprendió, pero quedó boquiabierto al momento de ver como una de las salchichas de aquel puesto de comida estaba suspendido en el aire con la misma aura azul alrededor, esperando a los movimientos torpes de Nils.

El pequeño curioso, movía sus manos para confirmar que era él aquel quien estaba ocasionando todo aquello. Sin dudas había descubierto que tenía algo especial. Sin embargo, sus pensamientos se vieron afectados cuando su barriguita crujió por el hambre. ¿Cuántos días había estado deambulando por las calles de la transitada Nueva York sin comer? Ese pequeño estímulo fue el detonante para que con sus manitas atrayera la pequeña salchicha hacia donde se encontraba él, atrapándola en el aire y riendo por su travesura.

—No creo que un pequeñito como tú deba de hacer eso en las calles —escuchó la voz de un hombre a sus espaldas. Nils se sobresaltó, soltando su aperitivo, que cayó al suelo rebotando—. Es extraordinario lo que puedes realizar con eso que llevas dentro.

—¿Quien edes? —apenas pudo pronunciar.

—Yo, hijo... —se agachó hasta quedar hasta su misma altura. Era un hombre moreno, de candado y con un gran parche oscuro en su ojo izquierdo. Su vestimenta oscura lo intimidaba, y más que tenía amigos muy formales detrás de él acompañándolo—. Soy Nick Fury. Y estoy aquí para ayudarte.

—¿Ayudadme?

—Así es, pequeño hombrecito. En este momento yo me encargaré de ti, cuidaré de ti —la gran mano de Fury se colocó sobre el delicado hombro del niño—. Te ayudaré a controlar eso que acabas de hacer.

—¿En sedio? —Nils sonrió, emocionado por su nuevo amigo.

—Así es. Serás el mejor de todos. Te lo aseguro.

—Gdacias —lo abrazó como un hijo abraza a su padre. Nick Fury, sin dudas, había encontrado uno de los pilares de los que algún día serían los protectores de la Tierra.

—Coulson —dijo Fury levantándose y girando hacia él—. Informale a Hill que hemos encontrado la anomalía que aparecía en las pantallas del Hellicarrier. Es un niño británico. Solo.

—Enseguida, señor. —Coulson, sin dudarlo, pasó la información a Maria Hill a través del intercomunicador de su oído.

—Ven, pequeño —Nils miró la mano extendida enfrente de él, esperando por ser tomada—. Tu nueva vida comienza —los pequeños ojitos del pequeño miraron el único ojo del hombre moreno llenos de esperanza, pues algo en él le confirmaba que podía confiar en él—. No te preocupes, serás imparable.

Blue Magician | MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora