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—¡Todoroki, por aquí!

El grito proveniente de Kirishima y Kaminari sacó al bicolor de sus pensamientos. Su mente todavía estaba en donde le pidió el número telefónico al chico rubio de ojos rojos. ¿Por qué lo había hecho en primer lugar? Shouto respondería a eso con una sola palabra: impulso.

Aunque sonara totalmente raro, sentía que no debía irse de ahí sin al menos quedar con algo que lo comunicara con el pequeño. No sabe ni porqué, pero sentía que debía hacerlo. Era como si algo quería que se estuviera comunicando y viendo con aquel chico.

Y, una nueva vez, no sabe porqué, pero le agrada esta nueva sensación.

Nunca había sentido tanto apego por una persona desconocida, a tal punto de llegar a pedirle su número telefónico. En serio, Shouto normalmente evitaba a las personas que no eran sus mejores amigos, sin embargo, ¿por qué con el rubio tan solo habló, habló y habló?

Para Todoroki es súper difícil llegar a tener una tal confianza con una persona conocida. Fíjese como cuando conoció a Bakugou y a Midoriya. En ese caso los dos primeros eran ya amigos. Así que cuando por primera vez los juntaron a los tres para hacer un trabajo, el que ellos hablaran con tanta confianza le hizo sentir incómodo a tal punto de no decir una palabra en el trayecto de ida.

No fue hasta que Izuku le preguntó en qué casa harían el trabajo, que él, por otra vez, impulso, dijo que en su hogar ya que estaban más cerca, fue cuando empezaron una leve conversación. Pero aún hablando del deporte que ahora todos juntos practican, Shouto no soltó más de treinta palabras.

Es que definitivamente sentía que no podía congeniar con ellos a tal punto de poder siquiera sonreír. Sin embargo, ¿por qué con el chico que solo le dijo su nombre le había contado media vida –literalmente–?

¿Por qué tantas preguntas en su mente cuando ya sabía?

Todoroki se hacía el tonto.

Porque solamente empezó a soltar palabras cuando vio como aquellos ojos color carmesí brillaban con tan solo verle abrir media boca. Porque simplemente le gustó su atención.

Entonces, aquí otro dato.

¡Shouto tenía la atención de todo el puto instituto! La cosa era tan tétrica, que se atrevía a decir que incluso sus profesoras le han echado un ojo. No de manera normal, eso creo que está claro.

A donde quiera que iba tenía los ojos y atención de todos. Ya sea por su increíble belleza y su extraño color de pelo. Además de eso, ¿le habían visto jugar baloncesto? Shouto definitivamente parecía un personaje de un anime de deporte. En los cuales los protagonistas y demás personajes hacían cosas prácticamente, imposibles.

Venga que hasta Kaminari le dice a veces que era una versión de un personaje de estos mismos, Aomine Daiki.

El cual, de verdad, hacía ver el juego un simple chiste tras la pantalla.

Entonces, ¿por qué con aquel niño sí? Mierda, ni con su exnovia había hablado tantos disparates.

¿Sólo le había gustado la sensación de tener hasta ese lindo niño a su pies...?

—¡Todoroki!

El llamado de Iida le hizo pestañear sorprendido, ¿cuanto tiempo había llevado pensando? Al parecer mucho porque delante de ellos estaba la cancha pública, que por suerte, estaba completamente vacía. Incluso en sus alrededores.

—Al parecer el club de arte lo dejó con menos neuronas—bromeó Midoriya riéndose de su propio chiste. Claro, solo él.

—¿Tenía?—le secundó Bakugou con una expresión neutra haciendo que los otros rían. No por el chiste, sino por su cara al decirlo.

El número 61 | TodoBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora