∆EXTRA∆

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Desde qué era una niña, siempre fui alguien amable y de casa o eso era lo qué mostraba ser.

Bien dicen qué las chicas buenas siempre terminan siendo chicas malas.

Él era el alfa reconocido por su inteligencia y de ser parte del equipo de basquetball aunque no era el capitán pero su sencillez, su visual y lo amable qué era, atraía tanto qué gustosa cualquiera estaría con él.

Se acercó hacia mi, dejándome entre la pared y su cuerpo, sonreí incrédula elevando mi ceja.

—Shin ryujin, ¿cierto?

—¿Necesitas algo de mi?

Su sonrisa era tan hermosa, palpitaba tanto mi corazón.

Y eso era malo.

—Soy Lee Eunwoon .

—Se quién eres, eres ese alfa qué las chicas de mi salón sueñan. —repose un mechón de cabello detrás de mi oído.

—¿Qué te parece ser amigos?

—¿Y porqué querría ser tú amiga?

—Ambos somos los alfas más llamativos, ¿no puedes ver cómo nos miran?

De reojo todos murmuraban, fruncí la boca volviendo mi mirada a él extendiendo mi mano en manera de saludo.

—Bien, seamos amigos alfas.

Era inevitable no verlo, llamaba tanto la atención en aquella fiesta, bailaba con una y con otra y con otra.

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Nuestras miradas se conectaron, ladee mi sonrisa burlona y de la misma forma te acercaste a mí, pasaste entre la gente y sólo me observabas a mí.

—Te veo aburrida.

—Es porqué está fiesta es aburrida. —tomé de un sorbo mi trago dejando el vaso sobre la barra.

—Necesitas ambiente, es eso, ¿No tienes un novio?

Bufé tomando una botella de alcohol dando señal de acercarse a mí.

—Abre la boca para desinfectarla.

Soltó una carcajada negando, su risa era cómo música clásica para mis oídos y su rostro era un obra de arte.

Hasta qué recordaba qué es un alfa al igual qué yo.

Siempre fue ese chico qué solía llevarse bien con todos, no era ese típico brabucon qué intimida a todos. El era diferente.

El era diferente

Tomó mi rostro y con una de sus manos acarició mi mejilla, podía admirar esos hermosos grandes ojos por la luz qué entraba al sótano de la escuela.

Juntaste nuestros labios y aun recuerdo esa chispa recorrer mi interior, cómo si fuegos artificiales estuvieran dentro de mí y mi cuerpo temblaba más qué cuando bajas de la montaña rusa.

Hasta qué recordaba qué eras un alfa al igual qué yo.

Empuje con fuerza limpiando mis labios nerviosa, sentí tú mirada pero quería ocultar la rojez en mi rostro.

—¿No te gustó?

—Somos alfas, está mal hacer esto.

—Nadie se enterara. —murmuraste. —Desde hace tiempo me gustas mucho.

Mi corazón se alegró ante tu confesión pero también se angustio por la idea de ser alfas.

Negué mordiendo mi labio.

A Puppy? •°LixbiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora