Me voy a ir, así, sin decir nada. Alguna vez mi madre me dijo que las personas que se van avisando, en realidad no quieren irse, quieren que las detengan, que las tomen, que las quieran. Así que me voy, en silencio, quitándome los zapatos para que no escuches mis pasos. Entendido que las únicas despedidas son la que no se dicen, las que no se viven, las que no llevan palabras de por medio y, sobre todo, sabiendo que uno nunca se va de donde le quieren y de donde le miran con música, magia y arte... Por eso he decidido irme.