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Mikasa

Han pasado 5 días desde mi encuentro con el azabache y mi mente no ha podido dejar de lado todo este extraño asunto. «Si yo no hubiera aparecido ahí ¿También te hubieran parecido insignificantes esos detalles»? Rememoró con constancia sus duras palabras, sin embargo, he de aceptar que aquel hombre tenía la razón.

Es sábado por la mañana, estoy libre del trabajo por hoy, aunque Sasha no corrió con la misma suerte. No quiero desayunar, ni siquiera tengo ánimos de entrar al cuarto de baño, el constante reflejo de aquel intento de ataque a mi persona me llena el estómago de una causa escandalosa.

Miro mi teléfono, no hay llamadas perdidas, pero entre el filo de la pantalla deslumbra una @ que me indica que Jean nuevamente me ha escrito un mensaje. Lo abro y sus palabras de aliento me llenan de cierta forma el pecho.

Jean:

Me tienes a mí, siempre estaré esperando por ti.

Jean siempre me ha parecido extremadamente cálido, pero hay algo en mi que me impide seguir avanzando hasta verlo de una manera diferente. Sin embargo, lo requiero, requiero a Jean y a la seguridad que me da estando a mi lado, así que sin remedio me dispongo a escribirle de vuelta.

Mikasa:

Te lo agradezco....

Jean ¿Estas ocupado?

Jean:

— Estoy en la oficina, pero puedo

salirme en este momento.

Mikasa:

¡No! Discúlpame,

no quería interrumpir tu trabajo.

Jean:

—Deja de disculparte, voy para allá, me he subido al auto. NO ME CANCELES.

Es inevitable no sonreír ante su disposición y amabilidad. Tengo sueño, pero sé que viene rápidamente tal como me lo ha escrito. Se que tengo menos tiempo del que parece, así que me lavo la cara con rapidez y tomo lo primero que veo en mi closet.

Han pasado 10 minutos y Jean se encuentra estacionado afuera del departamento, bajo con naturalidad, aunque dentro de mi una bomba sangrienta late con violencia, no estoy segura de sí lo que planeo hacer es lo correcto, sin embargo, quiero dar ese paso.

Llego al último escalón y mi nariz se ve envuelta en su perfume habano combinado con el olor de los finos puros que suelen establecerse en su boca. Me mira y rápidamente toma mi mano y la besa dulcemente.

— Te ves preciosa. — Lo escucho decirme y no se como puede encontrar belleza en un pantalón negro roto y una blusa Holgada con una piña pintada que dice "Bienvenido a Hawái".

Me encuentro apenada y por un momento quiero subir de nuevo a mi cuarto para pensar sobre las malas decisiones que a veces tomo para vestirme.

— No tienes que ir a cambiarte. — Me dice rápidamente y me sorprende lo mucho que me conoce como para saber mis planes.

— Gracias — digo casi a susurro y el vuelve a sonreírme amablemente.

— ¿Tienes algún plan? ¿Cine o restaurante? — inmiscuye en mi proposición mientras abre la puerta de su Porsche blanco.

— Policía — le indico después de unos minutos y me mira estupefacto — Quiero ir a la policía.

— Disculpa, pero no comprendo que es lo que quieres decir.

Olvidarte jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora