Remordimiento

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Levi

Uno, dos, tres, tira un golpe a mi rostro, pero soy capaz de esquivarlo. Jadea, esta cansada pero no tiene opción, ha pedido entrenamiento y eso es lo que le he dado.

— ¡Vamos! — grito — ¡Golpéame!

Intenta conectar los ataques, pero es inútil, soy demasiado rápido para ella. coloco mi pie entre los suyos, entonces cae sobre la arena y se queja.

— ¿Qué te pasa? — pregunto irritado — estas más torpe que nunca — la molesto.

No dice nada, sigue tirada en la arena mientras ve su celular tendido sobre un camastro.

— ¿Tienes que hacer una llamada? — le pregunto, pero niega con la cabeza. — entonces levanta tu trasero y ponte en marcha,

Se levanta, pero parece un zombi desde que llego, no ataca, no me reta y apenas responde. Esta parada en medio de la playa mientras su cabeza esta caída mirando sus pies, me acerco, toco su brazo tratando de que reaccione y así lo hace, pero no de la manera en que espero.

— ¡Suéltame!

Me empuja con fuerza envuelta en una rabia extraña.

— Oye ¿Qué te sucede? — me acerco, pero ella retrocede tratando de evitarme a toda costa. Me extraña en absoluto su reacción, pero más me extrañan sus pequeñas lagrimas defendiendo por su rostro.

— Yo... — pausa — te veo mañana.

Indica mientras ve la pantalla de su celular parpadeando en el piso. Lo observa detenidamente por unos segundos, después de eso lo toma y con rapidez lo guarda en su bolso.

— ¿Te vas? — pregunto desconcertado cuando la veo caminando para salir de ahí.

— Tengo que irme, olvide que debo hacer algo.

Responde, pero no le creo, así que sigo intentando acercarme a ella para retenerla, pero nuevamente me golpea.

— Te he dicho que no me toques — replica cuando golpea mi mano. — por favor.

Sus ojos danzan arrítmicamente, la desconozco en absoluto. Sincerándome conmigo mismo puedo decir que llegue a pensar que nuestra extraña cercanía había mejora después de comer esa estúpida pizza, pero no, ella sigue tan desquiciada como siempre.

— En serio debo irme — recalca una vez más mientras camina.

— Bien — lo acepto — dejare que te vayas a casa, pero yo iré a dejarte. — le informo determinado.

Se detiene y puedo notar como aprieta su bolso que no deja de sonar.

— ¿No vas a contestar?

— No — responde de forma violenta — solo llévame a casa.

No digo más, camino detrás de ella para terminar con esta rutina que ha comenzado a marcar mi vida. Llegamos al auto, pero no me permite abrirle la puerta, así que me dispongo a subirme en mi lugar. El ambiente esta tenso y el estúpido timbre de su celular no deja de tintinearme en los oídos.

Sigue renuente a no responder, de hecho, pareciera que ni siquiera quiere ver la pantalla. Eso me ha resultado extraño, pero mi cerebro me ha ayudado a entender que seguramente es el perro el que la llama y que ella no responde por temor a hacerlo enojar.

— No creo que tardemos mucho en llegar — digo cualquier cosa para romper el hielo — no hay mucho tráfico.

La miro de reojo, esta agarrada de la puerta como si quisiera abrirla en cualquier momento. Esto es más de lo que puedo tolerar, pero me controlo, yo accedí a involucrarme con ella y estas son las consecuencias.

Olvidarte jamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora