Capítulo 16

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Leyna

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Leyna

Un pedazo de sol fue apagándose lentamente cuando vi que Mario se alejaba de mí, en ese momento nadie podía imaginarse lo que estaba pasando en mi interior, en cómo me sentí con tal solo unos segundos después de dejar de verlo. A veces pienso que el amor es una mierda en todos los sentidos, duele estando feliz o no, queda la ausencia de esa persona amada y nos deja un vacío como si estuviéramos borrachos y perdidos en medio de una densa nada.

—Te extrañé tanto, Leyna—Volker me abraza nuevamente al verme entrar a nuestra casa.

—Eres un exagerado, hermano. Si no fuera porque me estuviste llamando casi todos los días, ni me acordaría de ti—bromeé y este hizo una mueca que me causó aún más gracia. Volker era el único que me sacaba sonrisas mientras un huracán arrasaba mi pecho.

—No te voy a contestar a eso porque sé que lo dices para que te deje crecer y es que jamás crecerás para mí, eres y serás siempre mi princesa, la niña que me robó el corazón.

Puse los ojos en blanco para disimular la emoción que dejaron sus palabras.

—Te quiero, tonto.

Este me estruja con más fuerza contra su cuerpo y después le pido que me ponga al día respecto a su relación con Macarena.

—Entonces es la definitiva— afirmé según lo que me contaba.

—Aún no lo sé, pero me gusta mucho, Leyna.

—¿Sabes qué?, a mí también me gusta para ti y eso que aún no la conozco mucho, pero me trasmitió buenas vibraciones.

Se hizo el silencio por un momento y por poco se me detiene el corazón al ver cómo me miraba determinadamente, detallando mi rostro mientras fruncía el ceño—. Te siento diferente, ¿ha ocurrido algo en mi ausencia?

Roja. Así es como me puse por unos largos segundos mientras paso mi mano por el contorno de mi cuello intentando disimular y quitarme su mirada de encima.

—¿Algo que contar? —arquea una ceja.

—N-no... claro que no hay nada que contar, que solo te fuiste por unas semanas, no un año.

—Déjate de sarcasmos, hermanita. Te conozco tanto que sé cuándo hay algo nuevo porque tus ojos brillan con otra intensidad.

Lo raro es que no te diste cuenta de que hace tiempo atrás había cambiado por completo y no solo ahora —digo en mi interior.

—No he dicho ningún sarcasmo, es la verdad— finjo una mueca de indiferencia e intento darme la vuelta para salir corriendo hacia mi habitación.

—No corras, princesita— Volker me sigue y caigo sobre mi cama y este empieza a desordenarla, tirándome los cojines y recordando los viejos tiempos, cuando tenía días malos y este me animaba de este modo.

Hasta que salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora