Epílogo

7.6K 450 101
                                    

Leyna

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Leyna

Aún recuerdo cuando aún no tenía nada entre mis manos y solo tenía la mirada de él, una que no era la que deseaba, ya que no era la misma que le dedicaba. Aún pienso en las noches en las que me las pasé soñando con un nosotros y que hoy en día lo había conseguido. Era un nosotros. Un Mario y yo.

Creo que cada quien debe de pensar en cómo hacer realidad sus sueños, aunque a veces parecen inaceptables e imposibles, créame que es solo una manera de verlo. Porque lo mío también era algo imposible y lo hice posible a base de darlo todo, pero siempre teniendo amor propio. Decidida y sin miedos, aunque los oculté detrás de la piel.

—No te entiendo, ¿por qué debemos viajar a España, Mario? — asustada pregunté a mi prometido—. ¿Le pasó algo a Volker?

Negó nervioso—. No, mi vida. Solo necesito darle una sorpresa a Chloé, Abel me dijo que estaba embarazada y quería sorprenderla con nuestra presencia y felicitarla.

Fruncí el ceño. Pero en parte me alegraba por Abel y Chloé.

—¿Está embarazada? Oh, Dios, que emoción. Me imagino como estará de feliz.

—Lo está y yo también, otro sobrino.

—Mm... y solo es por eso por lo que quieres que nos montemos en un avión y volemos kilómetros de distancia.

Presionó los labios y asintió. No sé, pero algo no me convencía. Quizás su mirada o sus palabras.

—Amelia tiene que venirse también, a Volker le hará ilusión verla ahí, ya que me dijo que la extrañaba y que mejor darle a él otra sorpresa. Además, hoy es viernes y mañana es sábado.

—Ajá... y pasado domingo— me burlo de él y este me atrae a él y muerde el lóbulo de mi oreja—. Ya, para— pido entre carcajadas.

—Esto por burlarte de mí— me da una nalgada—, y esto es por no dejarte convencer fácilmente— me pega a su cuerpo fuertemente, y recorre sus labios sobre mi espalda mientras me tenía acorralada entre el escritorio y su cuerpo.

Lentamente, sube mi vestido, y baja mis leotardos, introduce sus dedos en mi interior y la humedad y el calor le dan la bienvenida.

—... oh, mi amor. Esto es increíble— jadeo de placer al sentir sus movimientos.

—Esto te gusta, ¿eh? — dice con un tono de excitación que sube la temperatura de mi cuerpo—. A mí me enloquece que te guste.

Siento como retira sus dedos y el sonido de la cremallera de su pantalón me anuncia que estaba listo para meter su duro y gran miembro en mi cuerpo.

El clip de la apertura de preservativo llena mis oídos y no tardó en llenarme por completo. Embistiéndome duramente contra aquella mesa llena de documentos.

Intento no gritar de placer, ya que estaba en su empresa y la secretaria podría escuchar al igual que el resto de sus empleados.

—¿Y bien? — preguntó con la respiración agitada después de alcanzar el orgasmo. Se estaba quitando el condón y lo estaba atando—, ¿te encargarás de convencer a Amelia?

Hasta que salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora