Capítulo 41

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Leyna

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Leyna

No voy a negar que sentí esa inclinación terrorífica de dar todo por perdido cuando mi hermano no cedía a aceptar lo que, evidentemente, deseé como nunca. Insistí por mi decisión y al final acabé ganando la guerra a ese corazón helado que Dios le había dado a Volker. Aunque en el fondo sé que se derrite con mimos y palabras coherentes.

—¿Qué te pasa? — llegué a Amelia después de dejar a Volker y a Mario solos. Ambos tenían varias conversaciones pendientes.

—No le creas a ese hermano que tienes, que no es un puto santo. Y me da rabia que se interponga entre dos personas por el simple hecho de que se trate de ti y su amigo... ah y bueno de la edad también, este es un dato importante.

Fruncí el ceño y tomé asiento a su lado. Sobre el borde de la cama mientras soltó el libro que tenía entre las manos.

—No sé si darte las gracias y después reírme por tu enfado con él, o darte primero la noticia y después reírme y darte las gracias.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que cuando te fuiste y, bueno, lo enfrenté un poco, acabó aceptando mi relación con Mario.

—No me jodas— susurró y luego acabó pegando un grito que se echó encima de mí y ambas nos reímos por la inmensa felicidad que sentíamos.

—Nos costó, pero dio su efecto.

—Es que tu hermano es duro cuando se lo propone.

Aclaré la garganta y nos sentamos de nuevo. Ella tocó el libro que estuvo leyendo hace unos minutos y con la mirada perdida pude darme cuenta de que algo estaba pasando en su cabeza—. Dímelo.

—¿El qué?

—Lo que te ocurre, y sé que es algo con Volker. Vi la forma en la que te habló y como te miró. Además, si aseguras que no es un santo es porque algo sabes.

—Está bien, pero no le dirás nada.

—Sabes que no.

—Bien, pues según él, le gusto. O algo así entendí.

—¿Qué? — pegué un grito.

—Shuuu... dijo que yo no entraba en sus planes y que ahora era en lo único que pensaba.

Me llevé las manos a la boca porque iba a dar otro grito y esta vez, seguro que Volker y Mario entrarían a la habitación—. Palabras textuales de tu hermano.

Guardé silencio aun tapándome la boca y pensando en la gran noticia, o al menos así lo sentí yo. ¿Mi hermano y mi mejor amiga?; creo que jamás me había sentido más feliz, como lo estaba en el día de hoy.

—Sabes que después de lo sucedido con mi ex, no me siento lista tanto mental o emocionalmente a estar con nadie y menos con un tío mayor que yo.

—Pero...— me detiene.

Hasta que salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora