II

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—Oye, Joven guerrero, voy a ayudarte pero necesito que te quedes quieto, ¿De acuerdo? — Katsuki escuchaba una voz suave y calmada a lo lejos, no veía nada, solo oscuridad; lo último que recordaba era haber recibido un fuerte golpe en la cabeza

—¿Ah? ¿Quien mierda eres tú?— preguntó, pero no hubo respuesta. De pronto sintió una ráfaga de aire frío, sabía que estaba soñando pero no podía despertar.
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Despierta.
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Despierta
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—¡Katsuki¡ ¡Despierta! — escuché la voz de Eijiro gritar.

Asustado y sin saber que pasaba me incorporé rápidamente, intenté buscar mi espada pero lo único que encontré fue a Eijiro junto a una fogata; me di cuenta que ya era de noche y estábamos en medio de un pequeño bosque, bastante cerca de una cueva , de pronto sentí un agudo dolor en mi pierna izquierda; mi respiración era agitada, no sabía que pasaba, lo último que recuerdo es que alguien me golpeó la cabeza hasta que Denki se acercó a nosotros y empezó a hablar.

—Bakugo, creo que el cansancio y el hambre te están afectando demasiado— dijo el idiota de Denki.

—Katsuki te encontramos bastante lejos de las viejas ruinas,— escuché al pelos de incendio hablar mientras se sentaba en un tronco  —Sé que nunca llegas más lejos de ahí, estabas inconsciente y no tenias tu caballo, por suerte Denki y yo te encontramos a tiempo, tienes una herida bastante fea en la pierna pero creo que no es nada grave; en unos días estarás bien— sin entender todo lo que Eijiro decía intenté levantarme, pero fue inútil.

—Creo… que estoy bien— ¿Que había pasado? No recordaba nada más allá de aquel momento, Maldita sea ¿Cómo llegué tan lejos de las ruinas? Nada tiene sentido.

—Oi, ¿Dónde está mi caballo? ¿Mi arco y las flechas? ¿Dónde carajos están mis cosas? No recuerdo nada— pregunté a Eijiro.

—No… no tenías nada contigo, ni siquiera tu espada. Creo que tus cosas fueron robadas por algún mercenario—

—Solo había rosas blancas alrededor de ti, lo cuál no tiene sentido ya que estamos a mitad del invierno— seguramente Denki alucinaba con lo de las rosas blancas.

—Debes tener hambre Katsuki, tenemos estofado caliente para ti—

—¿Estofado? ¿De dónde mierda sacaron lo necesario para prepararlo?—

—No debes preocuparte por eso Bakugo, se nota que no has comido en días—

El estofado era una de esas cosas que solo se preparaban de vez en cuando, decidí sentarme en un tronco cerca de la fogata, con cuidado me levanté y me dirigí al lado de Eijiro, necesitaba preguntarle algo.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?—

—Con nosotros, solo una tarde, te encontramos apenas hace unas horas pero, desde que saliste a cazar; no tengo idea—

—Tengo que regresar con los viejos— bajé la cabeza para observar el fuego, no sé cuánto tiempo ha pasado, pero necesito regresar, tengo un mal presentimiento.

—Nosotros saldremos al amanecer, te llevaremos al pueblo Bakugo, pero será un poco difícil con dos caballos solamente, se que te gusta cabalgar sólo; pero por tu pierna creo que es mejor que vayas con Eijiro— la rata eléctrica tenía un buen punto.

Aún recuerdo cuando Denki intentaba cazar en medio de la tormenta a un ciervo, subió a un árbol para poder disparar mejor y de repente un fuerte rayo lo golpeó. Pensamos que moriría mientras lo veíamos a lo lejos, pero lo único que pasó fue que sufrió algunas quemaduras no muy importantes y en su cabello apareció un rayo color negro. Nadie contó nada sobre eso.

—Bien, entonces comamos un poco, muero de hambre—
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Hace años, cuándo el bosque aún era libre, se contaban historias sobre un espíritu que vivía ahí, un espíritu que se dedicaba a cuidar de todas las criaturas, plantas, árboles y animales. Se rumoraba que tenía la apariencia de un joven de cabello verde, ojos color jade y una piel, suave y blanca.

Nadie sabía si aquel espíritu tenía un  nombre o si de verdad existía, se contaban mil y un historias sobre cómo aquel espíritu había ayudado a madres desesperadas, niños extraviados y guerreros moribundos heridos en batalla.

Se le conocía como un alma buena que sin pensarlo dos veces ofrecía su ayuda a los más necesitados.

Hasta la fecha se seguían contando esas historias e incluso se le trataba como una deidad; la gente del pueblo le rezaba, le dejaban ofrendas y pedían por sus enfermos y sus muertos. Cada año, sin falta, le rendían homenaje y le dejaban alguna ofrenda en un altar especial pidiendo para que los ayudara en sus noches más frías y oscuras.
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¿Quién atacó a Bakugo? Lo sabremos en el siguiente capítulo... Tal vez ;)

Etéreo [BakuDeku] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora