Kuromaya

Inhalamos y podemos volar

La primera vez que Claudine decide ir a ese nuevo y pintoresco café que abrió en la calle, espera que su café sea más barato que ese maldito Starbucks en el medio del campus. Por mucho que anhelara un trago de cafeína en la mañana antes de la clase, en realidad nunca esperó con ansias la puñalada de su billetera. Y tampoco le importaría un cambio de ritmo en su horario; No estaba de más animar las cosas, probar cosas nuevas y conocer gente nueva de vez en cuando.

Entonces, en una luminosa mañana de lunes, Claudine se ajusta el bolso al hombro antes de empujar la puerta del café para abrirla.

Y como todos los cafés, el aroma del café llega a sus sentidos, y cuando la puerta se cierra detrás de ella, inclina sus gafas de sol para ver mejor el interior. Ella conoce, primero, una línea corta para el cajero; así que mientras espera ociosamente en la fila, echa un vistazo a las pantallas del menú de arriba, detrás del mostrador.

Para cuando Claudine llega al frente, lanza una mirada superficial a la cajera y dice: "¿Podría haber ...?"

Y luego lo toma dos veces, los ojos se agrandan mientras se queda sin aliento por completo.

Precioso. Hermosa. Absolutamente impresionante.

No puede resistir el impulso de quitarse completamente las gafas de sol mientras mira, sin vergüenza, al cajero; una mujer de su edad, su cabello moreno adornado con un lazo violeta en la parte de atrás de su cabeza y dos alfileres plateados entrecruzados en su flequillo. Y luego los ojos, mon Dieu, piensa Claudine, que incluso lo permitió, el color de la lavanda, tan hermoso como una violeta primaveral en flor.

"... tú", termina Claudine, con el cerebro en blanco.

La cajera enarca las cejas, aunque una sonrisa se dibuja en la comisura de sus labios. "¿Acabas de preguntar si puedes tenerme?"

Devuelta a la realidad, Claudine se ruboriza furiosamente. "¡N-no! Quise decir, quise decir, ¿ podría tomar el té?

"¿Qué tipo de té?" pregunta la cajera suavemente, con un toque de diversión en su voz.

Claudine vuelve a dejar en blanco una respuesta: se había olvidado por completo de lo que había querido ordenar.

"Um ..."

"Puedo prepararte la mezcla especial de la casa, si quieres".

Claudine no quiere nada más que alejarse de esta conversación lo más rápido posible, así que dice: "Sí, está bien". Ella arroja apresuradamente un billete de cinco dólares en el mostrador, rápidamente agrega: "Quédese con el cambio", y luego se aleja ...

Pero luego el cajero pregunta: "¿Podría darme su nombre, señorita?"

"¿Lo lamento?"

La cajera sostiene una taza con un marcador en la otra mano. "¿Tu nombre?"

Claudine no puede imaginarse una primera impresión peor; por supuesto, la cajera quería su nombre para el pedido, no porque tuviera curiosidad por saber más sobre ella ni nada. Idiota esperanzado.

"Claudine".

La cajera le sonríe y Claudine se da la vuelta rápidamente, con el rostro en llamas mientras se coloca las gafas de sol de nuevo en la cara.

Pero después de unos minutos, Claudine escucha que la llaman por su nombre; cuando se acerca al final del mostrador y toma su taza de té caliente, encuentra su nombre escrito en cursiva elegante y ordenada con un corazón al final.

Luego levanta la vista a tiempo para ver a la cajera, volviéndose y mirando hacia atrás para dispararle a Claudine otra sonrisa inteligente.

Entonces, Claudine se apresura a salir de la cafetería, con la cara más caliente que la taza de té humeante en la mano. Pero cuando logra hacer una pausa y tomarse un segundo para reunirse a una cuadra de distancia, toma un sorbo cauteloso de su té, y descubre que es la bebida más deliciosa que jamás haya tomado. Un toque de cítricos como regusto, la bebida en sí se llena de una variedad de sabores que le dan un sabor agradable a la lengua. Mientras calentaba el centro de su pecho, continuó su camino a clase, sintiéndose rejuvenecida y más despierta con cada sorbo.