Samantha Méndez
Estaba acostada en mi cama picándome los ojos del aburrimiento y de lo mal que me sentía, llevaba cuatro días enferma y a pesar de los baños de enfermo que me di, mi cabello seguía pareciendo un nido de pájaros todo grasoso y feo, quería matarme y no seguir tomando las pastillas que me recetó el doctor (al que por cierto Vanesa me obligó a ir) además de que también estoy obligada a tomarlas gracias a mi amiga que parece más mi madre que otra cosa, a veces llego a pensar que es una clase de espía o algo así, ¿o tal vez un robot? eso si que sería raro, sentí un escalofrío al pensar en muchas teorías conspirativas entre mi amiga y mi mamá.
Unos toques en mi puerta me sacaron de mi transe -pasa, está abierto- dije, una Vanesa entró por mi puerta con unas galletas y dos tazas de chocolate caliente, me sonrió y se sentó en mi cama para pasarme una tasa y una pastilla, había que admitir que sabía lidiar con mis gustos y mi forma de ser , la vi suplicante y ella me lanzó una mirada amenazadora -tómatela- dijo resaltando cada silaba de la palabra, agaché mi cabeza rendida y metí la pastilla en mi boca para después tomar un poco de chocolate, dato curioso: fue una muy mala idea; en cuanto sentí el chocolate pasar por mi lengua no pude resistirme y escupí todo en la taza -¡Samantha!- me regaño Vanesa y me quitó la taza de las manos mientras yo sentía como es que mi lengua parecía convertirse en mi corazón y cada palpitación era más y más fuerte.
- ¿qué te pasa? - me quejé - ¡esa cosa estaba hirviendo! – chillé un poco enojada, ella se me quedó viendo y después de un rato empezó a reír de mi sufrimiento mientras yo solo la fulminaba con la mirada - ¿qué te he hecho para merecer estos tratos? – dramatice sus acciones y ella solo puso los ojos en blanco.
-ya tranquilízate- puso la taza donde escupí en una cómoda que estaba por ahí y me dio la suya – toma, creo que la mía está un poco más fría- la estiró y yo la tomé -iré por otra pastilla, mientras tanto sóplale para que se enfríe un poco más- dijo levantándose de su asiento para salir de mi cuarto. Yo aún le tenía miedo al chocolate y mejor le sople un poco mientras la esperaba, no faltó mucho para que volviera a aparecer por mi puerta con otra taza de chocolate y con la pastilla en mano, me la dio y ahora con un poco más de miedo di un pequeño trago al chocolate y por suerte mía no me quemé, voltee a verla y ella pareció recordar algo puesto que dejó la otra taza que traía en la cómoda y tomó la que ya estaba sucia de mis babas y se levantó, al poco rato regresó con un vaso de agua y me la dio – me hubieras dado esto desde el inicio, ¿no crees?- hablé obvia mientras la miraba feo, ella soltó una carcajada.
-el hubiera no existe- dijo mirándome divertida – además, eso también lo debiste pensar tú- quería responderle, pero me rendí en cuanto me di cuenta de que ella tenía razón, tomé un poco enojada la pastilla y el vaso, de mala gana y con una lengua entumida, me tomé la tonta pastilla acabándome el agua, puse el vaso ya vacío en la cómoda, agarré mi chocolate y una galleta chopeándola; ella solo soltó una risa y cuando intentó agarrar una galleta le llegó un manotazo de mi parte, me miró feo y yo solo le saqué la lengua, volteó los ojos sin decirme nada y volvió a intentar agarrar una galleta, solo que esta vez la dejé tomarla, un pequeño silencio tranquilo se formó entre nosotras -sabes- comenzó a hablar mientras bajaba su mirada y acariciaba un mechón de su cabello, conocía esos movimientos, quería que hiciera algo para ella o algo así -ahora que quieres que haga- dije sin rodeos, ella me volteó a ver con indignación - ¿qué? – hablé con obviedad – siempre tocas tu cabello cuando quieres pedirme algo-.
-a veces odio que me conozcas tan bien- dijo en forma de reproche – pero si, quiero que hagas algo- dio una pausa y yo solo levanté mi ceja indicando que continuara – pues yo digo que sería bueno que salieras a dar un paseo para que ya no te sientas tan encerrada y puedas recuperarte- me sonrió – y no sé, tal vez podrías invitar a Félix a ir contigo o algo así-.
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Piel canela
RomanceSamantha es una chica que piensa que el amor de su vida es un chico de nombre Félix. Alguien lindo, misterioso y además, el chico popular de la universidad Muy cliché, ¿Cierto? Este libro es 100% original, no se aceptan copias PD: se debe tomar en...