Capítulo 4

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Samantha Méndez

-oye, ya es hora de despertar- sentí como es que me movían un poco, gruñí adormilada.

-es temprano y es sábado- me queje entre balbuceos mientras intentaba acomodarme y jalar un poco mi cobija para taparme; pero sentí como bruscamente me quitaban mi cobija y un frio recorrió mi cuerpo haciendo que me despertara algo exaltada.

-cual temprano, ya son las doce del día, tienes que levantarte- me regañó Vanesa mientras yo tallaba mis ojos hinchados.

- ¿Qué no tienes sueño? – quería mirar a su cara, pero mis ojos se cerraban y apenas si podía verla de forma borrosa -ayer dormimos hasta muy tarde- era cierto, la noche anterior después de que regresara del parque me la pasé hablándole de lo que pasó y también le conté como es que conocí a Camilo para darle contexto de su aparición, según ella los dos chicos actuaron como "animales" defendiendo a su cortejo le di un sape después de que dijera eso y le dije que esas eran tonterías, más al rato también vimos películas y terminamos durmiendo hasta las cuatro de la madrugada.

-no, no tengo sueño- dijo mientras me sacaba de mi cama a jalones y me empujaba al baño – además, si sigues durmiendo, más tarde no podrás dormir temprano.

-pareces mi mamá- me quejé ya estando dentro del baño, ella solo respondió con un "aja" y yo procedí a lavarme la cara para poder abrir mis ojos de mejor manera, hice lo que todo humano haría en el baño y hasta termine por bañarme de una vez, salí con una bata y una toalla enredada en mi cabeza, ya limpia sí que podría continuar mi día felizmente.

- ¡la comida ya está lista, cámbiate y ven a comer! - gritó Vanesa desde la cocina.

-si mamá- le respondí en broma mientras escuchaba como es que se quejaba y decía que todo lo hacía porque yo no me sabía cuidar bien, ya en mi cuarto decidí ponerme un pans gris y una sudadera azul toda rota, hasta parecía que la había sacado se la basura, pero pues era sábado y quería andar en fachas, después de todo no planeaba salir.

El resto de la tarde continuo normal, simplemente estar en mi cama mientras veía una serie, Vanesa me dijo que por fin había terminado mis días con medicamentos y luego tuve que darle la razón de que salir si me hizo bien. Ya estaba terminando la primera temporada de una serie que recién había empezado, la trama se estaba poniendo muy buena, me metí un puñado de palomitas a la boca mientras miraba nerviosa como es que dejaban sola a la protagonista por un malentendido; mi lado sentimental salía a flote y mis ganas de llorar me consumieron, quería moler a golpes al tipo de la serie. Un toque en la puerta de mi departamento me sacó de mi trance y rápidamente me sequé las pequeñas lagrimas que apenas lograron salir de mis ojos, llegué a oír como Vanesa abría la puerta así que preferí no salir por el aspecto que ahora tenía - ¡Sam! – me gritó Vanesa desde la sala.

- ¡mande! –.

- ¡ven! – rodé los ojos mientras dejaba mi teléfono en mi cama, quería seguir viendo mi serie, pero si no le hacía caso me estaría interrumpiendo todo el rato, me puse mis chanclas y me dispuse a caminar hacia la sala arrastrando los pies con flojera, voltee a ver a Vanesa y esperé que me dijera algo ella se movió un poco y desde atrás pude divisar a mi hermano con una maleta en mano; si no fuera porque mi boca esta pegada a mi cuerpo lo más seguro es que se me hubiera caído de la impresión.

Lo abracé fuerte con felicidad y él correspondió mi abrazo -pero ¿qué haces aquí con esa maleta? – dije cuando nos separamos de nuestro abrazo, él sonrió culpable mientras se rascaba la cabeza.

-pues ¿te acuerdas de mi mejor amigo? – dijo mientras se encaminaba al sillón para aventarse a este, lo miré confundida.

-pues- me quedé viendo hacia la nada como si el infinito me hiciera recordar a su mejor amigo -creo que si- en ese momento recordé vagamente a su amigo -a ya, a ese chico que le decían "el cañas", ¿no? - el soltó una carajada.

Piel canelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora