Capítulo 6

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Samantha Méndez

Desperté sintiendo como es que unas pequeñas garritas se incrustaban en mi clavícula -ay ay ay chucha- dije susurrando mientras quitaban las patitas peludas de mi piel y ropa, un maullido se escuchó y sentí como es que el gato se acurrucaba entre mi cuello y hombro posando su cabecita en mi mejilla empezando a ronronear, sonreí enternecida mientras lo empezaba a acariciar recibiendo otro maullido en respuesta. Tomé mi teléfono viendo la hora, dándome cuenta de que ya era muy tarde para mis clases -ay no, ay no- intenté incorporarme pero un mensaje me detuvo, observé mi celular mostrando la notificación del grupo de maestros y alumnos que teníamos, dándome a saber que las únicas dos clases que tenía hoy habían sido canceladas, suspiré rendida para luego volverme a acomodar bien en mi cama y descansar otro rato más.

Ya había pasado el tiempo y ya hasta habían vuelto a comer los pequeños, Vanesa salía de su cuarto con algo de apuración cuando me vio -Sam, ¿crees que puedas llevar a los gatitos al veterinario?- dijo mientras se servía un poco del huevo revuelto que había hecho yo para desayunar.

-si, claro, pero no sé dónde hay un veterinario por aquí- dije mientras tomaba un sorbo de mi café.

-Karina me dijo que hay uno cerca del parque ese al que vas, iría yo pero tengo una cita en mi local y ya voy tarde- dijo mientras el gato comenzaba a trepar por su pantalón de mezclilla mientras maullaba exigiendo atención, Vanesa lo recogió y lo alzó para ponerlo en su pecho -quiero que lleves a Trufa contigo para que vean que este bien- dijo para luego comer lo último que quedaba en su plato, yo la miré extrañada.

-¿trufa?, ¿ya le pusiste un nombre?, yo no he podido si quiera pensar en uno- Vanesa comenzó a reírse de mi.

-tranquila ya le conseguirás uno- tomó sus cosas y dejó su plato en el lavaplatos y me dejó en las manos a trufa dándome un beso en la mejilla en forma de despedida -nos vemos después, que no se te olvide llevarlos- y se fue sin siquiera dejarme tiempo de despedirme de ella, no me quedó de otra mas que prepararme para ir a la veterinaria.

Cuando terminé de escombrar y de cambiarme decidí salir a llevar a los pequeños al veterinario, los cargué y metí en mi ropa empezando el camino a buscar la dichosa veterinaria, durante todo el camino esperé que algún nombre viniera a mi cabeza para mi vaquita pero al parecer mi cerebro no funcionaba correctamente porque no se ocurría nada; habíamos llegado al parque, vi por los alrededores en busca de aquella veterinaria que decía mi amiga pero no lograba verla por ningún lado, caminé al rededor hasta que logré divisar un letrero que decía "clínica veterinaria" con unas letras doradas muy nuevas, brillaban un poco de manera natural porque parecía no tener mucho tiempo de estar ahí, en cuanto entre, un olor a cosas nuevas mezclado con algo parecido a hospital inundó mis fosas nasales y pude ver la pulcritud que tenía en cada parte de la pequeña recepción del lugar, al instante ví pequeños suéteres y collares junto con otras cosas para las mascotas, había posters en las paredes que explicaban cómo era el interior de los perros, cómo era la piel, razas, etc.

-¿Sam?- volteé a ver quién me llamaba y pude ver a Karina con un traje de enfermera y un gafete que decía su nombre.

-hola- saludé -¿trabajas aquí?, pensé que trabajas en la pizzería- dije mientras ella me veía con algo de decepción en sus ojos.

-si, me pasé aquí porque me pagan mejor y me gusta más- me sonrió -pensé que vendría Vanesa- bajo su mirada con un pequeño sonrojo y yo me dí cuenta de las intenciones que realmente tenía ella al decirle a Vanesa de la veterinaria.

-por eso le dijiste, ¿no?-dije con una sonrisa burlona y ella me vio nerviosa para luego asentir con su cabeza -no te preocupes, ella quería venir, pero tuvo mucho trabajo y quería que los trajera hoy- dije mientras sacaba a los gatitos de entre mi ropa, ella sonrió mientras tomaba a trufa quién pareció reconocerla al instante.

Piel canelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora