Capítulo 6.

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Esto de desmayarse ya me está fastidiando. No me moví ni abrí los ojos, ya sabía por dónde venía esto y sabía que me iba a doler si lo hacía. Moví un poco las manos y noté que estaba acostada sobre algo muy suave. Noté que tenía algo frío en la cabeza, supongo que era para disminuir el dolor que ya empezaba a llamar mi atención. Poco a poco fui abriendo los ojos. Y un rostro apareció frente al mío.

Sus ojos son hermosos. Él es muy guapo.

Nathe se alejó de mí con una sonrisa de medio lado. Y ahí me senté de golpe.

¿Acababa de decir eso en voz alta?

-Sí, lo hiciste. —Me aseguró Nathe, aun con esa estúpida sonrisa de superioridad en su rostro.

-Oh. —Fue lo único que pude decir, si lo negaba quedaría como más estúpida- ¿Dónde está Christian? —Pregunté mirando a los lados, éramos los únicos en la habitación.

-Preparando un té que le dijo Wendy que hiciera. —Soltó una pequeña risa, que sonó maravillosa y gruesa.

-¿Mi abuela? ¿Cómo? —Toqué mi collar.

-Así. —Señaló mi collar- La llamamos luego de que eso no funcionara.

-Así que no funcionó, he. —No era una pregunta- ¿Y ahora qué?

-Tendremos que intentar con hechizos de transporte, pero solo alguien con mucha magia logra atravesar el espejo y no morir. —Él me miró de una manera que no comprendí.

-Pero yo no tengo magia. —Levantó una ceja- En serio, no tengo magia, nunca la he tenido. La magia no existe.

-Sí existe. —Declaró él- Además eres nieta de Wendy, por ley debes tener magia.

-Pues se saltó una generación. —Y recordé a mi hermana. La nota. InocWerc.- Oye. Esto es InocWerc. Aquí es donde trajeron a mi hermana.

-¿Tu hermana? —Nathe parecía realmente confundido. Y sinceramente se veía hermoso.

-Sí. Mi hermana. Alguien la secuestró y dejó una nota diciendo que ella estaba aquí y que viniera por ella. —Mis ojos se aguaron y las lágrimas amenazaron por salir, pero las detuve. No aquí. No frente a él.

-No sé nada de tu hermana. —Dijo él- Ni sé quién la podría tener. Pero, sé quién nos podría ayudar a encontrarla. —Salió del cuarto, yo me paré de la cama y le seguí.

Él iba bajando por las escaleras y se topó con Christian.

-¿A dónde vas? —Le preguntó este.

-Ya vuelvo, dale el té y dale una de mis camisas y un pantalón deportivo para que se cambie, no puede andar en pijama por el pueblo. —Cuando dijo esto me miré. Oh por Dios. Estaba en mi pijama. Y ni siquiera el que me hacía ver como chica madura. No. Cargaba el de short rosa con sapitos verdes y franelilla rosa. Esto era un desastre.

Christian subió y puso el té en la mesa junto a la puerta y salió del cuarto. Yo tomé la taza y di unos sorbos, era como el de mi abuela. Al cabo de un rato Christian volvió a entrar con una camiseta gris y unos pantalones deportivos cortos negros. Los dejó sobre la cama y volvió a salir, yo cerré la puerta y me cambié.

Agradezco a todo lo que existe de que cargara sostén. Y mis zapatillas negras.

La ropa no me quedaba tan mal. La camisa me quedaba un poco grande y me llegaba un poco debajo de la cintura, pero el pantaloncillo me quedaba realmente bien. Esta era ropa de Nathe. Nathe la ha usado. No lo pude evitar, juro que lo intenté, pero la olí. Olía a jabón de ropa y a chico. Combinación perfecta. Terminé de tomarme el té y bajé.

El espejo.(Subiendo y editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora