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Peter se miró a los ojos desde el espejo del baño. Las ojeras debajo de estos eran la única prueba visible de las largas horas sin dormir y las pesadillas cuando lograba abandonarse a los brazos de Morfeo. Sabía en sus adentros que debía hacer algo para acabar con el agujero negro que se expandía entre estómago y esternón, devorando todas sus ganas de ser.

Desde que Steve se había marchado y su padre se perdía poco a poco en él mismo, Peter había ido perdiendo las ganas de hacer cualquier cosa más allá de ver el día pasar desde su cama o la cima de algún rascacielos, o pasar días y noches enteras patrullando, a la espera de detener cualquier crimen que se ejecutara a su paso. Incluso podía decir que todo ese caos había afectado la forma en que actuaba como Spiderman, pues eso que sentía había terminado por transformarse en ira y agresividad.

Finalmente apartó la vista del espejo, dejando tras de sí esa maraña de pensamientos para poder ponerse la máscara y salir por la ventana hacia la fría noche de otoño, balanceándose en dirección a los barrios más peligrosos de la ciudad. Una vez ahí, se tomó un momento para simplemente sentarse al borde de la azotea de un edificio más o menos alto que le permitía tener una buena vista del lugar.

Parecía ser un noche tranquila, pues después de 20 minutos aún no había comenzado su sesión de combate contra el crimen. Tampoco importaba tanto, disfrutaba el estar ahí sentado y ver a la gente pasar.

Pudo escuchar una risa justo debajo de donde estaba sentado. Bajó la vista solo para encontrar a un niño pequeño en brazos de su padre, su mirada los siguió hasta que se perdieron al girar en una esquina.

Peter apretó los labios por debajo de su máscara al recordar su infancia. Sabía que no debía, pero una parte de él aún estaba molesto por como le habían resultado las cosas cuando fue un niño pequeño. Se recriminaba por ello, pues al final de cuentas Tony había aprendido a ser padre, y uno bastante bueno a decir verdad.

Peter elevó los ojos para pode ver la cima de la enorme torre que se erguía frente a él, por un momento incluso llegó a apartar de su mente el hecho de que nunca más volvería ver a sus padres, que habían muerto hace poco. Había llegado a pensar que se quedaría solito, atrapado en un orfanato hasta que fuese mayor y lo echaran, en su mente de seis años, se veía de mayor viviendo bajo un puente y comiendo lo que encontrara en la basura. Lo pensó hasta el día anterior, cuando una trabajadora social había aparecido en el hogar temporal al que había sido asignado para explicarle que lo llevaría con su padre.

La mujer le había explicado que Mary era su verdadera madre, pero él no era hijo de Richard, sino de un hombre llamado Anthony Stark, de quien nunca había oído hablar. No terminaba de entender como era que su papá no era en verdad su papá, pero si ese otro papá del que no sabía lo podía salvar del orfanato y tener que vivir en la calle después, entonces aceptaría ir a vivir con él. Con suerte, incluso podría pedirle que le leyera un cuento antes de ir a dormir.

Sin embargo descubrió pronto que ese hombre realmente no quería ser un papá. No consiguió que le leyera un cuento para dormir, tampoco que jugara con él. Con suerte, consiguió poder verlo en algunas ocasiones a la hora de la cena, pues su padre pasaba todo su tiempo alternando entre viajes, chicas, chicos y estar encerrado en su taller.

En una ocasión se había atrevido a llevarle un libro de cuentos hasta el taller, pero apenas verlo aparecer su padre puso los ojos en blanco.

—Pepper, ¿Por qué el mocoso está aquí? —Dijo lo suficientemente alto como para que la señorita Potts lo escuchara desde el piso superior, donde se encontraba cuidándolo.

—Es un niño y tu eres su padre— Regañó ella apurándose a bajar por las escaleras para tomar a Peter, cuyos ojitos se habían llenado de lágrimas.

En ocasiones Peter se preguntaba si no sería mejor regresar al orfanato, ahí al menos había otros niños con los cuales podría jugar y nadie lo regañaría si reía muy fuerte. Su padre solía estar muy molesto cuando él hacía ruido por las mañanas, decía que tenía resaca y lo mandaba a callar sin más.

—Hey redes.

Peter salió de su recuerdo al escuchar aquella voz conocida, sonriendo por debajo de la máscara. Hasta hace no mucho tiempo apenas soportaba a Deadpool, pero últimamente habían estado metidos en misiones que los obligaban a convivir, y él había terminado por acostumbrarse al humor extraño y las excentricidades del exmercenario.

—Hola Deadpool— Saludó girándose para volver a verlo —¿Alguna misión en especial?

—Solo patrullar, eso y puede que te estuviera buscando para intentar que esta vez si me beses.

Peter rio, sabiendo que esos intentos de movidas románticas no iban en serio. El hombre fue a sentarse junto a él.

—No va a pasar mientras esté cuerdo.

—Oh, claro. A ti te gusta tu amigo ¿Henry?

—Harry— Corrigió Peter, agradeciendo que el nombre de su mejor amigo y crush desde siempre tuviera fuese tan común.

—Como sea, no creo que él sea tan bueno para ti como yo. Dime ¿Él puede perder un brazo y que después este le vuelva a crecer?

Peter solamente negó con una pequeña risa que se volvió suspiro.

—¿Problemas en el paraíso? ¿No quiso comer debajo de la mesa?

—¿Qué? Deadpool, ¿Por qué eres tan raro?

—Porque el escritor no sabe como llevar mi personalidad y solo está escribiendo cosas random antes de llegar al momento de tensión en el que me cuentas lo que realmente tienes.

Peter suspiró de nuevo, pensando en como decir lo que llevaba pensando un buen rato.

—Creo que fue mi culpa que mis padres se separaran— dijo finalmente, mirando la ciudad extenderse frente a él —Sus peleas comenzaron cuando pops se enteró de que mi padre me había mandado por un año a un internado solo para deshacerse de mí.

—No pienso que fuera tu culpa, yo también estaría enojado si supiera que un chico tan lindo como tú tuvo que pasar por algo así. De hecho, estoy enojado ahora ¿Quién dices que es tu padre?

Peter negó, bajando la vista por un momento.

—Eso no importa, él se volvió padre de la noche a la mañana. Antes de que lo llamara la trabajadora social ni siquiera sabía que yo existía, y creo que después del internado lo hizo bastante bien.

Esta vez fue el turno de Wade de suspirar. No era muy común, pero era su momento de ponerse más o menos serio.

—Babyboy, no es tu culpa si tus padres decidieron discutir por eso. Si me preguntas a mí, creo que eso solo era una excusa para comenzar las discusiones. Por lo que me contaste, tu pops llegó cuando tu padre y tú ya tenían una buena relación, no era su obligación meterse con los errores del pasado.

Peter giró su cabeza para poder verlo. Lo que estaba diciendo le parecía lógico, pero no por eso dejaba de sentirse culpable.

—Todos cometemos errores, yo por ejemplo me convertí en una pasa al mismo tiempo que conseguí mi regeneración— Continuó Dedpool —Tu padre fue un pendejo, pero creo que lo enmendó. No es culpa tuya si tu pops decidió que era buena idea juzgarlo.

Petern apenas pensó lo que estaba haciendo cuando ya abrazaba a Deadpool; había encontrado en el un amigo, irreverente y loco, pero un amigo a final de cuentas.

A pesar de lo mucho que lo agradecía y comprendía, el hoyo negro en su pecho seguía ahí. 

PerfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora