Capítulo 5

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—No entiendo por que los padres tienen que hacer todo tan difícil.

Peter entrelaza sus dedos sobre su estómago. Él y Harry están tumbados en el piso de la habitación de Peter, de tal forma en que sus rostros quedan prácticamente juntos, pero de invertidas. Hay música de rock sonando bajito desde la computadora y media docena de barras de chocolate junto a ellos.

—Lo hacen porque sus padres también hicieron que las cosas fueran difíciles para ellos.

Harry estira perezosamente un brazo y toma una barra de chocolate que parte a la mitad para darle una parte a Peter. Peter come en silencio, solo escuchando la música y mirando el techo sin verlo realmente.

—Si yo tengo hijos algún día, no voy a hacer que pasen por cosas así. Voy a ser un buen padre desde el principio, y si las cosas no funcionan con quien esté, me iré a tiempo.

Harry suspira, pues si algo ha aprendido de su padre y toda la presión que pone sobre él es que a veces terminas repitiendo patrones por simple hábito.

—Eso dices ahora porque lo estas viviendo desde afuera, pero estar ahí es diferente —Explica girando su rostro para poder ver los ojos de Peter. —Si estás en una mala relación no siempre puedes identificarlo pronto, si estas siendo un mal padre puede que tampoco lo veas hasta que alguien más te diga que lo estas haciendo mal. Es complejo, pero entiendo de que vas, mi padre tampoco ha sido el mejor.

Ambos vuelven a mirar el techo y permanecen en un cómodo silencio por prácticamente toda la tarde, existiendo.



Peter ahora tenía ocho años y había pasado un año entero en un internado. Había sido menos solitario que vivir con su padre, pero había sido raro, pues le costaba acoplarse a no volver a casa al final de cada día, a pasar estudiando tiempo en el que preferiría estar jugando. A demás estaba el presentimiento de que su padre lo había llevado ahí solo para deshacerse de él y no como la señorita Potts había dicho, que era para que se preparara a ser el mejor y aprovechar sus capacidades.

Puede que aprenda ciencias y eso le guste, puede que incluso disfrute las clases de baile y sorpresivamente resulte que en realidad es muy bueno, puede que el resto de sus compañeros lo traten con respeto mientras está presente, pero no es como que tenga amigos o que alguien envíe un paquete de golosinas desde casa. La señorita Potts lo llama de vez en cuando, y él le cuenta todo lo que aprende y que de grande quiere ser un científico y un gran inventor como lo es su padre, pero en esencia durante ese año no ve ni escucha a Tony ni una sola vez.

Realmente le resulta sorprendente que al final del año su padre esté ahí para llevarlo consigo, que durante el viaje de regreso a casa preste atención a todas las anécdotas que tiene que contarle y que incluso llegada la noche sea él quien arrope a Peter y se ofrezca a leerle un cuento. Peter no entiende muy bien que fue lo que cambió, pero le gusta como van las cosas.

Es aún mejor el que con el paso de las semanas y los meses Tony sea cada vez un mejor padre, uno que lo escucha siempre que quiere hablar, que pocas veces lo manda a callar sin más, y cuando lo hace se disculpa y da una verdadera razón por la que Peter deba guardar silencio. Incluso la forma que va adquiriendo al regañarlo le resulta buena, pues pasa de gritarle y enviarlo a su cuarto a poco a poco ir logrando explicarle a Peter por qué las cosas que ha hecho están mal y siempre da castigos juntos.

Peter aún pasa tiempo al cuidado de la señorita Potts, pero es solo cuando su padre no puede eludir los asuntos de trabajo y no sólo porque tiene ganas de salir de ver a Peter o porque prefiera hacer de cuenta de que no es padre, así que son pocas ocasiones, pues Tony ha decidido compartir su tiempo con su hijo al punto de cederle un espacio en su taller para que juegue y dibuje mientras él debe trabajar.

A ambos les toma un tiempo aprender a convivir y sobe todo a que Peter pudiera confiar en Tony, pero al final lo logran y para cuando Peter tiene 11 años y Tony le presenta a Steve como su pareja, sabe que si su hijos está incomodo con eso se lo dirá y juntos encontrarán la forma de solucionarlo.

Por suerte Peter está más que feliz, y Steve tarda poco en tomarle cariño al chico. Ese primer año es fantástico, Peter, Tony y Steve son una familia verdadera, una que siempre cena juntos y que juegan juegos de mesa los viernes.



Peter está tumbado en su cama cuando escucha que llaman a su puerta. Es de noche y el no ha tenido energía ni para estirarse un poco y encender su lámpara de noche ni para decirle a Friday que encienda las luces led que le gusta mantener en un tono entre morado y azul; está acostado sin hacer nada más que escuchar la música que está sonando desde que Harry estuvo ahí, ni siquiera puede dormir, lleva así toda la tarde y pretende seguir parte de la noche.

Llaman de nuevo a su puerta y el apenas murmura un "adelante". Escucha la puerta abrirse a sus espaldas, pasos y después la cama se hunde donde alguien se sienta.

—¿Estabas durmiendo?

Le sorprende escuchar la voz de su padre, pero no reacciona al respecto, solamente niega con la cabeza y se acomoda mejor en la cama.

Tony pasa un momento en silencio, solo se escucha a Ramones cantando Spiderman, y aún no entiende como pueda existir esa canción de tanto tiempo antes de que él se volviera Spiderman.

—¿Estás escuchando a Ramones? Eres un egocéntrico.

Tony ríe y Peter al menos sonríe, girándose en la cama para poder ver a su padre.

—¿Cuántas veces has escuchado a Black Sabbath este día?

—Me gusta Black Sabbath, es genial

Peter pone los ojos en blanco, pues sabe perfectamente que su padre sabe a lo que se refiere.

—Corrijo ¿Cuántas veces has escuchado Iron-Man?

—No muchas, tres o cuatro veces solamente.

Ambos ríen, y eso se siente bien. Es volver a su verdadera rutina, a la forma en que se llevan en realidad y no el ser esas sombras que han estado habitando la torre después de la partida de Steve.

—Vamos, tengo mejoras pensadas para tu traje y no hay nada mejor para un viernes por la noche que tiempo de calidad padre, hijo y Bruce, que está a punto de conseguir algo. 

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