Steve mira a Tony, esperando a que comience a hablar, aunque él ya ha empezado a pensar la forma de convencer a Tony de volver a sus brazos. Él lo ha extrañado, lo piensa en el día, cuando está ocupado con mil tareas, casi nunca lo piensa de noche porque las estrellas titilando en el cielo no son capaces de iluminar la negrura de sus pensamientos y el remordimiento.
—Steve, no podemos volver a estar juntos.
Suelta Tony, franco y directo, con la vista fija en los ojos azules. Entre ellos se asienta un silencio de glaciar y se dibuja la distancia imaginaria que discusión tras discusión los fue alejando cada vez un paso más, hasta que estuvieron tan lejos que no pudieron verse más.
—Tony, yo te amo...
Empieza Steve, pero Tony alza una mano para detenerlo.
—No Steve, no me amas. Amas a quien fui, pero han pasado años y ahora ni siquiera me conoces.
Había algo de magia en poder encontrar un refugio verde después de vivir en medio de una ciudad ajetreada, entre el ruido de los autos y el gris de los edificios. Steve sabía que de ser por Tony, hubieran terminado en algún restaurante caro, posiblemente con el lugar cerrado para ellos solos. Pero él había pedido planear esta vez la cita.
Salieron de la ciudad y condujeron por algunas horas con Steve ante el volante, alternando canciones del gusto de cada quien e intercambiando historias, sorprendiéndose que aún hubiera cosas que no supieran del otro, y que la conversación pudiese fluir de manera natural y amena, dejando incluso el tiempo para disfrutar de solo escuchar el suave murmullo de la música y mirar la carretera.
Steve organizó un picnic. Encontró un buen lugar en medio de la nada, donde simplemente pudieron ser ellos, charlando y comiendo, y después tumbados sobre una manta, mirando la luz del sol colarse por los espacios entre las hojas, dibujando patrones imposibles en las superficies que tocaban.
Pasaron tanto tiempo simplemente viendo el sol, abrazados el uno al otro, que Tony terminó por quedarse dormido. Steve lo miró entonces, luciendo tranquilo en medio de su cita que parecería más adecuada en un par de adolescentes.
El sentimiento lo golpeó de repente, tan fuerte que incluso sintió como si su pecho se contrajera, y la certeza de lo que significaba casi le produjo tristeza. Nunca iba a amar a Tony tanto como lo amaba en ese momento. Esta era la cúspide, Tony durmiendo entre sus brazos en el medio de un bosque, ajeno a lo que pasaba por el corazón ajeno.
Steve solo atinó a abrazarlo más fuerte, a sentir ese amor intenso que le embargaba. Cerró los ojos y se quedó dormido junto al hombre que tanto amaba.
—Tony, eso es ridículo— Replicó el rubio— sé que te amo. No pretendas conocer mejor que yo lo que siento, porque no es verdad.
Lejos de lo que esperaba, la reacción de Tony fue sonreír a medias.
—Es precisamente a esto a lo que me refiero. Tú y yo no funcionamos juntos, antes de que te fueras sólo peleábamos, no confiábamos el uno en el otro. Steve, nos estábamos haciendo daño el uno al otro.
Steve se alejó un paso, el mismo que Tony retrocedió. La expresión del más alto se descompuso un poco, como si lo que decía el cuerpo ajeno fuera más preciso que sus palabras.
—Teníamos nuestras diferencias, pero eso es normal.
El castaño negó, desandando ese paso que había retrocedido, e incluso incursionando a dar un paso más.
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Perfect
FanfictionTony y Steve parecen ser perfectos el uno para el otro, hasta que un día no lo son mas.