°VI°

220 31 0
                                    

Do estaba sentado fuera de su aula mirando una hormiga que pasaba por allí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Do estaba sentado fuera de su aula mirando una hormiga que pasaba por allí.

Había cierta actividad en el campo de la escuela, a él no le interesaba así que decidió quedarse en su aula pero cuando llegó dió con que estaba estaba cerrada por lo que se sentó fuera a esperar.

Justo cuando estaba quedándose dormido alguien le habló.

– ¿Meryle?

Reaccionó de inmediato ante la voz.

– Sol.

– ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?

– Lo estoy, solo... No me gustan esas actividades ni el ruido que hacen.

– Ya veo.

El chico se sentó a su lado y Meryle se hizo un manojo de nervios.

– ¿Y tú? ¿P-por qué no estás allá?

– Me duele la cabeza y todo el ruido lo empeora, la enfermera no está así que no puedo hacer nada.

– Ya veo.

Permanecieron en silencio, todo el lugar estaba solitario, apenas y lograba escucharse el bullicio y hacía una suave brisa, no había tanto sol aquel día, parecía estar todo tranquilo.

Sol miró la mano de Meryle por el rabillo de su ojo ya que el chico se estaba quitando los ganchos que tenía en el pelo.

– ¿Qué te ocurrió en la mano?

El pelicastaño miró su mano y abrió la boca como si recién se diera cuenta de que tenía vendas en esta.

– Hice cupcakes, se me quemaron algunos y olvidé usar guantes de cocina para sacarlos del horno.

Sol le miró con impacto, había que estar loco para tomar una bandeja de metal directamente con la mano en un horno caliente.

– ¿Qué tan mal está?

– Meh, reaccioné rápido así que no es la gran cosa, duele un poco... Aunque viendo el lado bueno al menos no fue mi mano derecha.

Negó con la cabeza en dirección al más bajo.

– Debes tener más cuidado.

– Al menos ya fue tratado ¿No?

Le tuvo que dar la razón.

Meryle empezó a jugar con los ganchos en su mano, estaba un poco aburrido, tenía ganas de dormir, anoche cuando su madre se enteró de que se había quemado la mano no perdió la oportunidad para comenzar a decirle cosas envés de ayudarle. Volvió a hacer los cupcakes y él mismo se atendió la mano, no tenía idea de si en realidad la había tratado bien pero debía fingir que sí.

– Tus padres...

Apenas escuchó la voz del chico de nuevo se tensó, incluso más al saber que iba a preguntar por sus padres.

Love letters from a shy boy || Love UnholycDonde viven las historias. Descúbrelo ahora