Prólogo │ Parte 2

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El Titán Inofensivo

Tras Ultra dejar de lado aquel bloque metálico de gran peso, Elizabeth se le acercó para tomar con cuidado el dedo índice de una de las manos de Ultra, le sonrió ampliamente y luego lo llevó hasta la siguiente prueba. Los breves y suaves pasos de Elizabeth eran opacados por los pesados pasos de Ultra. En cuanto ambos llegaron, estarían delante de diversos tipos de maniquíes y a un costado de estos, numerosas armas cuerpo a cuerpo de diferentes tamaños, clases y materiales.

— Escoge el que prefieras. — Comenta Elizabeth señalando las armas.

Ultra al escuchar esto, posó su mirada sobre las armas, intentó tomar una clásica espada de metal, sin embargo esta se hizo añicos entre sus dedos. Ultra intentaría lo mismo con un hacha, una lanza, un martillo, así sucesivamente hasta quedarse sin ningún tipo de arma. Observando los restos en el suelo, algo apenado subió su mirada hacía Elizabeth, la cual asimilaba lo que estaba viendo.

— Supongo que ninguna de estas es tu estilo. — Diría Elizabeth tras ver el rotundo fracaso de Ultra al intentar controlar su fuerza, pues no podía cargar con un arma ¿Acaso no había alguna que pueda utilizar? esa pregunta rebota en la cabeza de Elizabeth. — ¿Puedes darle un puñetazo a este maniquí?.

Ultra, observaría el maniquí delante de él, acercó su puño a la cabeza de este para darle un suave golpecito. Elizabeth frunciendo el ceño diría — ¡Golpéalo más fuerte! — hablando firme y claro, como si se tratase de una orden. Sin embargo Ultra repitió la misma acción, el coloso parecía tener problemas al intentar ser mínimamente ofensivo.

Elizabeth parecía bastante decepcionada, su misión es crear un arma de gran calibre y tenía delante a una armadura viviente que no podía siquiera dar un puñetazo. Por lo que colocaría a Ultra en la prueba de fuego, para comprobar si este se rompía o se doblaba, pues una arma que se rompe no sirve, mientras que una que se dobla puede volver a forjarse. Comenzó por tomar a Ultra de su dedo y caminar algo molesta junto a él hasta el centro de la habitación, bajo la gran placa metálica.

Ultra se mantenía inocente e ingenuo de lo que le iba a ocurrir, pues miraba a todas partes aún curioso por lo que le rodeaba. Mientras que Elizabeth caminaba hasta fuera, y sin más accionó una palanca, la cual provocó que aquella placa metálica cayera sobre Ultra. Este subió la mirada para rápidamente colocar sus manos en la placa, se oía su metal crujir y romperse. Parecía ser que la armadura de Ultra estaba cediendo, hasta que se concentró. Flexionando sus rodillas, las botas metálicas comenzaron a quebrar el piso a la vez que comenzaba a ponerse derecho hasta estar fuertemente erguido. Cubriendo con su sombra a Elizabeth, estaba impresionada, con su mirada hacía arriba, veía a Ultra salir victorioso de la prueba.

Elizabeth accionó la palanca nuevamente, la placa de metal se elevaría de los hombros de Ultra. Dejando a este descansar tras dicho esfuerzo, el coloso se sentaba en el suelo, levantaba sus manos para mirarlas, estaban fuertemente dañadas, sin embargo no sentía dolor alguno.

— Eres bastante fuerte Ultra, incluso para tu tamaño, Te mereces un premio.

Una vez decía esto, Elizabeth caminó hacia donde se encontraba Ultra, tomándolo de su dedo. El coloso se colocó de pié estruendosamente, dispuesto a seguir nuevamente a Elizabeth. Caminando entre pasillos, lo llevó ante una puerta, que al abrirse mostraba el exterior.

Una extensa llanura cubría el paisaje la cual es iluminada por la luz del día, a un costado puede observarse un jardín de flores de diversos colores, y al otro lado un frondoso bosque. Elizabeth soltando a Ultra, subía su mirada para observar al coloso, mostrando una cálida sonrisa.

— Puedes explorar un poco, pero no te alejes mucho de aquí, ¿Está bien? — dijo Elizabeth colocando su mano sobre el pecho de Ultra. Este se mostraba asombrado al ver el paisaje, sus ''ojos'' parecían hacerse más grandes, como si le gustara lo que estaba viendo.

Ultra decidió ir hacia el campo de flores, yendo algo apresurado como si se tratase de un niño, se agachaba delante de estas para verlas con mayor claridad, parecía inspeccionar con detalle una rosa, acercando cuidadosamente sus dedos para mover los pétalos. Ultra podía sentir algo al estar cerca de estas flores. Eran totales opuestos, una frágil flor frente a un imponente coloso, Ultra se quedó absorto ante las flores, mientras Elizabeth lo veía con una sonrisa... ¿Acaso se estaba encariñando?

El Renacido del Hierro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora