Capitulo 5 - La nueva etapa de vida

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Cesar llego nuevamente al puerto, pues fue a buscar el documento que certificaba su baja de la marina. Había hablado previamente con Rodrigo de lo que iban a hacer, y así confiando en eso se fue al aeropuerto y tomo un vuelo a Colombia donde algunos hombres bajo el aviso de Patiño lo esperarían.

Stephanie por su lado estaba preocupada, pues todavía la estaban siguiendo y sabía que su hermano ya no estaba para cuidarla, por lo que comenzó a practicar defensa personal con Alejandro, que ya se había mudado. La familia de Rodrigo, aun no se mudaban, pues no querían levantar sospechas con respecto a su repentino cambio de residencia. Ambos le dijeron a Doña Maritza que así lo había pedido Cesar y ella no cuestionaba sus decisiones, pues confiaba en que su hijo solo hacia lo correcto, sospechaba que pasaba algo, pero prefería ignorar todo aquello, después de todo le gustaba que su casa estuviera llena de gente, ya que siempre se sentía vacía, y que mejor que una niña corriendo por toda la casa.

Ya había transcurrido una semana desde que Cesar dejo Venezuela, ya era hora de que Rodrigo le siguiera, pero este en lugar de tomar un vuelo, decidió irse por tierra, cancelar todo por efectivo, y así evitar que Juan le siguiera la pista. El día en que se marcho, le dejo un regalo a su hija, un peluche de un lobo blanco con gris, muy parecido a uno real, solo le faltaba el gran tamaño, Fabiana era amante de los animales, y quería llevarse a todo perro o gato que viera en la calle. A su esposa, Susana le dejo un hermoso collar dorado con un dije de una pequeña llave, y un anillo con una inscripción "Mi Primer Sueño Cumplido: Tú". Luego de aquella emotiva despedida se marcho; dejando atrás a lo que el consideraba mas valioso.

Y así todos comenzaron una nueva etapa en sus vidas, Alejandro, Susana y Fabiana mudados a casa del ex capitán Cesar. Stephanie, aprovechando todo el conocimiento de Susana en medicina y practicando defensa personal de vez en cuando con Alejandro a escondidas de doña Maritza, pues no querían que comenzara a realizar preguntas de las cuales no podrían bajo ninguna circunstancia darle una respuesta. Javier, el menor de los hermanos Robles, estaba muy confundido con las nuevas visitas en casa, menos mal contaban con habitaciones suficientes. Se llevaba bien con todos ellos, pero era mas el tiempo que pasaba en la calle que el tiempo en casa.

Cesar ya con 1 mes en Colombia le había tocado fuerte, pues no sabia como manejar este negocio ilegal, porque si fuera por el, todos estarían tras las rejas. Tenia un despacho, que no era muy grande, tenia dos ventanas, un baño, su escritorio de madera de pino al fondo, en la pared detrás del escritorio habían un mapa marcado con posibles rutas de navegación, dos sillas negras delante del escritorio, un estante donde estaban unos archivos en una esquina, su piso era solo concreto, las paredes internas pintadas de un color blanco con azul claro y por fuera con piedras que le daban ese toque rustico pero muy bonito. Allí solo entraba una persona, un joven llamado Mateo, que era quien lo había ido a buscar al aeropuerto cuando llego. Era de la estatura de Cesar, piel blanca, ojos marrón oscuro, de una contextura delgada pero con músculos visibles, cabello castaño. Se había vuelto su ayudante en cuestiones de manejo, pues se le notaba que nunca había hecho esto. Patiño se la había jugado, esto no era parte de su asqueroso trato. Ya próximo estaba su primer envío a Estados Unidos y debía tener todo listo para no tener ningún inconveniente. Decidió llamar a Mateo, para conversar de algunas cosas que estaban pendientes.

-Mateo: -toca la puerta y la abre hasta que se ve su cara- ¿Me mando a llamar señor?

-Cesar: si Mateo, pasa y siéntate por favor.

Mateo obedeció, este era ya su cuarto jefe, los otros los habían matado en redadas. Sabia que por encima de Cesar había alguien mas fuerte, porque cada que un jefe se iba, en menos de una semana tenían otro, hasta parecía planificado.

-Mateo: usted dirá para que soy bueno.

-Cesar: -de espaldas revisando el mapa que se encontraba en la pared- hay un hombre, que esta vigilando mucho mi oficina, y quiero saber ¿Quién es? Y ¿Por qué lo hace?- se voltea y mira a Mateo- y ese hombre lo hace desde hace ya 5 días-dijo muy serio.

Mateo quedo en silencio, pues este era la primera vez que Cesar le miraba de manera asesina, y daba miedo.

-Mateo: la verdad señor es que no se de que me habla, pero, puedo averiguar de quien se trata.

-Cesar: te lo agradecería. Y cambiando un poco el tema. Dentro de poco llegara alguien que he estado esperando, se estaba quedando en un hotel esperando instrucciones. Quiero que vayas en su búsqueda, le dirás que vas de parte del capitán, se encuentra en la habitación 219.

-Mateo: y ¿Cuál es el nombre del hotel señor?

-Cesar: Sol y Mar. Me imagino ya sabes donde es.

-Mateo: si señor, ¿Cuándo quiere que salga?

-Cesar: ahora mismo. Si en recepción te preguntan, le dices que te esperan en la habitación 219.

-Mateo: está bien señor, con permiso – se levanto y se fue –.

Mateo, salió rápido camino al hotel, Sol y Mar, ubicado a dos horas de donde se encontraban. Mateo estaba intrigado, pues era la primera persona que el jefe le mandaba a buscar, y no le había dicho nombre, ni nada.

Mientras Mateo estaba fuera, Cesar siguió con sus planes de navegación, estaba totalmente en contra de lo que estaba haciendo, la culpa lo consumía, su mente le jugaba sucio, pues cada vez que dormía soñaba con su familia, diciéndole que estaban muy decepcionados. Salió del despacho, y fue al patio, en busca de King, su pastor alemán, y Roco, su labrador, muy pocos estaban contentos con la llegada de Cesar, muchos notaron desde un principio que no estaba acostumbrado a nada de esto, pues las medidas disciplinarias no las aplicaba, no salía en búsqueda de chicas para su diversión, no hacia nada mas que estar encerrado en su despacho y salir a jugar con sus perros, y a quien menos le agradaba era a Antonio Toledo, un hombre moreno, que media no mas de 1.57 de altura, gordo, calvo y con un bigote en forma de candado, no tendría mas 35 años. A Cesar le valía el hecho de que lo vigilaran, y si algo sabia es que era él quien lo hacia, y sabia también que era por ordenes de Patiño. Quería mas información, por eso se arriesgo y le pregunto a Mateo, pero al parecer no todos confiaban de buenas a primeras.

Luego de dos largas horas de viaje, Mateo llegó al hotel Sol y Mar. En recepción le pararon.

-Recepcionista: buenos días caballero, ¿A dónde se dirige?

-Mateo: buenos días señorita, me dirijo a la habitación 219.

-Recepcionista: deje que comunique su llegada, ¿Cuál es su nombre?

-Mateo: a ver... ¿Cómo le explico? La persona que me espera no me conoce, y yo tampoco lo conozco o la conozco – vio a la recepcionista y esta tenia cara de confusión – mi jefe me envió en su búsqueda.

-Recepcionista: lo lamento pero no puedo permitir que pase. Y menos después de esto que me acaba de decir.

-Mateo: mire señorita, se que solo hace su trabajo, pero no vengo conduciendo dos horas hasta este lugar por nada, necesito mi empleo, y si no llevo a esa persona mi jefe me va a despedir.

-Recepcionista: lo lamento, de verdad, pero no puedo dejarle subir.

-Mateo: pues llame a la bendita habitación y diga que Mateo, el enviado del Capitán esta aquí.

-Recepcionista: pero que mal genio. Esta bien, pero,...

-Mateo: no pregunte y solo haga su trabajo, ya he perdido mucho tiempo con usted, por favor llame de una vez. Y creo que mi mal genio lo hizo estallar usted

-Recepcionista: esa no es forma de hablarle a una mujer.

-Mateo: ¿Va a seguir haciendo que pierda mi tiempo? Mire que si no llama ahora mismo subo por esas escaleras, y adiós protocolo. Y por favor deje de hacerse la ofendida, que en ningún momento le he faltado el respeto.

La recepcionista lo miro con molestia, "engreído, que se cree" pensó ella. Pues es que era muy entrometida, y eso a Mateo lo saco de su centro. Mateo la miro "es linda pero muy entrometida" pensó, la recepcionista llamo a la habitación 219 y contestaron.

*en llamada*

-Recepcionista: buenos días. Le habla la recepcionista, Ana. Le informo que aquí abajo hay un caballero, que le busca, dice llamarse Mateo. Y que viene de parte de "El Capitán". ¿Qué le digo?

Del otro lado colgaron el teléfono.

*fin de la llamada*

-Recepcionista: ¿Pero que? – Miro a Mateo sorprendida – me colgó.

El Capitán del M-1903Donde viven las historias. Descúbrelo ahora