Capítulo 2

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Eran las cuatro y veinticinco de la tarde cuando Victoria se empezó a preparar para ir a recoger a su cachorro.

—Victoria, piensa. — se dijo a ella misma, parándose enfrente de su armario. — Tienes que ir arreglada, pero casual... Vamos, que la chica no se piense que no vas a una boda ni a comprar el pan.

Después de mucho pensar y rebuscar en su armario, encontró el atuendo perfecto. Llevaría unos pantalones de color negro de campana, con un top con estampado de leopardo y una chaqueta negra por encima, parecida a una americana. De calzado decidió sus botines negros, que la hacían un poco más alta debido al pequeño tacón que tenían estos. De accesorios decidió ponerse su rosario de color negro favorito, con otro completamente en color dorado, haciendo este último conjunto con sus anillos, los cuales eran todos de ese mismo color. Para completar el atuendo, decidió ponerse unas gafas con moldura rectangular.

Una vez ya preparada miró la hora. 16:57. Iba a llegar tarde si no tenía prisa. Rápidamente cogió su bolso y metió en él lo más necesario que en ese momento se le pasaba por la cabeza.

—Mierda. Mierda. Mierda, Victoria, mierda. — decía mientras bajaba las escaleras de su edificio lo más rápido que sus piernas le permitía. Menos mal que había escogido una cafetería bastante cerca de su apartamento. Tan sólo tenía que cruzar una calle y ya estaría allí.

No quería llegar tarde, así que empezó a caminar a gran velocidad, mientras esquivaba a la gente a su paso.

Una vez estuvo a pocos metros de la cafetería, pudo divisar a su cachorro subido al regazo de una chica mientras esta le acariciaba su pequeña cabecita.

Se acercó a toda prisa a donde se encontraba Chili y aquella misteriosa chica. Su cachorro al notar la presencia de su dueña, no pudo hacer otra cosa más que saltar del regazo de la chica morena e ir corriendo junto a su dueña.

—¡Chili! — dijo Victoria, cogiendo al pequeño animal para luego envolverlo en un gran abrazo. En ese momento, sintió como su pequeña mascota le lamió la muñeca en señal de cariño, haciendo que a ella se le saltara una lagrimilla. Lo había pasado muy mal el día anterior y la noche la pasó completamente en vela, osea que aquel reencuentro lo necesitaba.

—Veo que le tienes mucho cariño. — dijo de repente una chica. La rubia abrió los ojos y miró al frente. Allí se encontró a una chica un poco más alta que ella, con el pelo castaño, los ojos gri y un conjunto de color azul que le hacia quedar realmente bien. — Encantada, soy Avril Messina.

—Oh, perdona mis modales. — dijo la rubia, mientras le extendía la mano a la chica que tenía enfrente. — Victoria. Victoria De Angelis.

La chica estrechó la mano de la rubia. —

¿Te apetece tomar algo? Así podríamos hablar un poco.

Victoria prefería echar un tiempo a solas con su cachorro, pero por no ser maleducada, aceptó. Además, esa chica había encontrado a su perro, osea que podía decirle que si iba con ella a china, que iba. Sentía como si le debiera algo a aquella chica.

Ambas chicas se fueron a sentar donde anteriormente estaba la morena.

—¿Sé porto bien?— preguntó Victoria a Avril.

—Se portó genial. — dijo Avril, dándole un sorbo a su Fanta. — Incluso a la noche se acurrucó a mi lado para dormir.

Victoria soltó una risilla al escuchar aquello mientras acariciaba a su mascota. Sabía a la perfección que Chili iba a hacer aquello. Todas las noches después de que ella se acueste en su cama, el pequeño cachorro se va a acurrucar a su lado. Esa fue una de las razones por las cuales Victoria casi no pegó ojo. Le faltaba su pequeña perrita para poder dormir. Ya se había acostumbrado a la presencia de ella al dormir, por eso no ha podido dormir a gusto lo poco que durmió.

¡Chili! ||Victoria de Angelis||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora