Capítulo 8

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—¿Quién es?— preguntó una voz femenina que Avril conocía bastante.

—Avril. — contestó ella.

—Vale, ya bajo ahora mismo. — contestó la rubia para luego colgar el telefonillo. Avril tuvo que esperar un poco para ver a Victoria. Cuando escuchó el ascensor parar en el bajo, se apartó algo del portal para así no estar tan pegada a él y también para que la rubia la pudiera ver.

—Hola. — saludó a Victoria según la vio.

—Hola. Madre mía, si que te arreglas rápido.— contestó la rubia, acomodando su bolso. — Que por cierto, estás muy guapa.

Ese día Avril había decidió vestirse simple y simplemente se puso un pantalón negro algo ancho y roto por la zona de la rodilla, un top blanco simple y una camisa por encima abierta, con estampado de cebra. A comparación de ella, Victoria se había puesto una falda negra con un top blanco y unas botas con algo de tacón y bastantes accesorios, como anillos y rosarios.

—Gracias, tú también estás muy guapa. — comentó la morena algo sonrojada por el cumplido de su amiga. La rubia salió del edificio y cerró la puerta tras ella.—¿Preparada para esta noche?

—Si, muchísimo. Tengo ganas de beber algo de alcohol después de casi un mes entre estudios y grabaciones. ¿Y tú?— las chicas comenzaron a caminar hacia el coche de la rubia, la cual se había ofrecido más de una vez en llevar a la morena en su coche y a base de pesadez la morena lo aceptó.

—Yo estoy emocionada y a la vez estoy nerviosa... pienso que es porque cuando me pongo borracha soy otra Avril muy diferente.

—No te preocupes. Yo soy como las sirenas. — la otra chica arrugó el entrecejo. — Cuando bebo las primeras gotas de alcohol, como si fuera automáticamente, saco mi lado oculto y me transformo.

—Nunca había escuchado esa comparación. Muy original, por cierto.

—Tengo que ser original, sino no gano nunca dinero. — ambas chicas rieron. A unos pocos metros de ellas, el Fiat 500 gris de la chica rubia ya se podía ver aparcado en la calle. La morena se sorprendió al ver que su amiga tenía el mismo coche que su madrina.

Ambas se subieron a este, Victoria en el asiento del piloto y Avril en el lado del copiloto. Según la rubia encendió el coche, 505 de Arctic Monkeys sonó por los altavoces del coche. A la morena le gustaba bastante la canción, así que le llegó a sorprender que a la rubia también le gustaba:

—Puedes cambiar la canción si no te gusta. — dijo la bajista sacando el coche de la zona donde estaba aparcado.

—No, deja. Esta me encanta. — dijo Avril acomodándose en su sitio.

—¿En serio? A mi Arctic Monkeys es mi grupo favorito.

—A mi me gusta bastante el grupo.

—Pues habrá que subirle la voz. — la rubia, con el brazo derecho le subió el volumen en la pequeña redecilla que había debajo de la pantalla que había. El resto del camino fue escuchando todas las canciones posibles del grupo.

Cuando llegaron a su destino, dejaron el coche en un aparcamiento cerca de la discoteca. Incluso dijo Victoria que estaban aparcadas junto al lado del coche de Damiano, que era por donde habían venido los chicos.

Ambas chicas bajaron del vehículo. Una cosa que le pareció muy mona a Victoria, fue que Avril pusiera el brazo en forma de jarra para que la rubia los cruzará cosa que sin duda hizo. Y así, fueron hasta la entrada de la discoteca, con los brazos entrelazados, donde sorprendentemente las estaban esperando Thomas, Ethan y Damiano en la puerta, fumando cada uno un cigarrillo.

¡Chili! ||Victoria de Angelis||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora