Capítulo 10

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Comenzó a despertarse cuando sintió cómo algo se movía ligeramente a su lado. Giró delicadamente su cabeza, para acabar encontrándose con unos mechones morenos, los cuales hicieron acordarse de lo que había pasado la noche anterior entre ella y la chica que la acompañaba.

Sin duda alguna, la noche anterior había sido una noche inolvidable para ella. Se lo había pasado genial y además se había dado cuenta de bastantes cosas. Una de ellas, era que Avril hacía bien todo, tanto los arreglos florales como otras cosas. También se había despertado en su interior cierto sentimiento que no había tenido desde  que tenía catorce o quince años. No solo lo que sucedió con ella en el baño lo hizo saberlo, sino que también actos como acompañarla a dormir, no largarse a media mañana para irse a su casa y más cosas que hizo en estos últimos días que se estuvieron viendo… Le hicieron saber que le traía loca la morena. No sabía si era por cómo la trataba, si por su personalidad, si por su físico exótico o por simplemente capricho, pero sin duda había algo en esa muchacha que a Victoria la traía comiendo de su mano.

De pronto, vio como Avril se comenzó a moverse a su lado:

—Buenos días.— le dijo la rubia a su acompañante, mientras esta comenzaba a abrir los ojos.

—Buenos días, Vic. — contestó la recién despertada. — ¿Qué tal has dormido?

—A tu lado, sinceramente, genial. — comentó la bajista con una sonrisa tierna, haciendo que se ganase una sonrisa de la morena que hizo agrandarse la suya. — ¿Tú qué tal has dormido?

—Pienso que ha sido la mejor noche en la que he descansado en mi vida. — contestó la morena parando de estirarse y deteniéndose a mirar a los ojos azules que la estaban observando y que la envolvían, pero ella no lo aceptaba del todo.

Ambas sabían que se debían una conversación por lo que había sucedido la noche del día anterior entre ellas. Ninguna de las dos tenía claro que sentía por la otra, pero por lo menos tenían claro que lo que había sucedido en los baños, no había sido un simple encontrón ocasional con una persona cualquiera. Para ambas, ese encuentro, había sido especial. Había sido esa pequeña muestra de pasión que ambas necesitaban de la otra desde que se habían conocido.

—Oye, ¿Te apetece desayunar algo? Pienso que son cerca de las diez.— le preguntó Victoria a la otra chica, haciendo que aquel silencio que se había formado y que las atrapaba en él, se desintegrara.

—Vale, estaría bien. — contestó Avril. Ambas se pusieron en pie y tras ponerse cada una una camiseta de la bajista, fueron hasta la cocina. Mientras Victoria hacía el café, Avril rebuscaba algo en las alacenas para acompañarlo a petición de la rubia.

Después de diez minutos, el café estaba listo. Victoria se ofreció a echarlo, mientras que Avril ponía los croissants y magdalenas que se había encontrado sobre la mesa del salón. Finalmente, tras no esperar mucho, la rubia fue hasta el salón con dos tazas de café:

—Aquí está el tuyo. — le dijo a la florista mientras le ponía enfrente de ella una taza de lunares marrones. — Te recomiendo que soples un poco, porque quema bastante.

—Gracias. — le agradeció Avril, mientras ponía la taza entre sus manos y se calentaba un poco con ella. Victoria puso otra taza en la mesa y se sentó frente a ella, justo al lado de Avril, para luego encender la tele y poner lo primero que se le ocurrió en ella.

Ambas se quedaron calladas, haciendo que solo se escuchara la tele y el clinquineo de las cucharas chocando con las tazas, para remover el azúcar. Ninguna de ellas se atrevía a hablarle a la otra, porque ¿Qué le diría? ¿Qué le preguntaría? ¿De qué hablarían? ¿Conversarán con normalidad, evitando el tema, o se meterán en él a fondo? A ambas les incomodaba estar así con la otra, ya que el anterior día no les faltaron palabras por intercambiarse. Pero, no fue hasta que apareció en la televisión un anuncio sobre unas pastillas del día después, cuando decidieron mirarse y cortar el silencio:

¡Chili! ||Victoria de Angelis||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora