Sex.

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¿Qué haces aquí?

-A mi papi no le gusta lo que estamos haciendo... creo que debemos terminar.

-Pero... te amo.

-Lo siento...

Las almas gemelas se dan de mil maneras, están es todas partes, nunca sabes quién es hasta que simplemente lo sientes, lo notas es la piel y en tu pecho, como una llama comienza a quemar y lo sientes tan calido, es aquella persona que saca lo mejor de ti y a pesar de ser literalmente cualquier persona a tu al rededor, sabes que lo amas, sabes que la mitad de lo que eres tú se lo lleva esa persona. Perder el amor de tu alma gemela es muy doloroso, sentir que se va aunque sigue allí vivo, a tu lado y fingiendo sonreír, porque sabes que también le duele que no estés allí. Aceptas lo que sea simplemente por seguir de su lado, soñando con tomar su mano.

Viernes, 08 de julio.

Luego de un largo día esperas simplemente: llegar a tu casa, darte una ducha y descansar. Pues para la menor de las chicas Madrigal se le veía algo complicado ese destino.

Pasaron un par de días desde la última vez que habló con su primo, con su mejor amigo, fueron los días más difíciles para ella, mientras que para él tampoco se quedaban muy cortos los sentimientos de miseria. Ella extrañaba los almuerzos a pie a mitad del pueblo y las carreras a la casita luego del final del día, lo extrañaba, más allá de sus costumbres y juegos, ella lo extrañaba. Luego de un mal día solo quería ir a abrazarlo y ser consolada, ella extrañaba escucharlo hablar en el desayuno, extrañaba sus abrazos y a pesar de que fueron pocos, extrañaba los besos del otro, su dulce sabor y su perfecta técnica para hacerla pedir más y más cuando a penas sus labios habían creado el contacto. Pasarán días y lo seguirá extrañando.

La casita se adelantó en abrirle la puerta antes de ella tocar la perilla, suspiró bajando nuevamente la mano para proceder a entrar. Caminaba cabizbaja y sin prestarle atención a su alrededor subió las escaleras a paso pesado. Su mal humor y mal genio se notaba por kilómetros, no era necesario conocerla para leer sus acciones y entender que sucedía algo, como lo hizo su tía Pepa.

-¿______? -la llamó al final de la escalera.

Ella volteó, limitándose a observar a su tía, que la miraba de vuelta con una expresión de preocupación en el rostro, tenía sus manos sobre su estómago mientras que jugaba con sus dedos, sobre su cabeza una nube se asomaba siendo completamente ignorada por su dueña.

-¿Estás bien pequeña?

Dirigió su mirada al suelo, se quedó muda un par de segundos tratando de buscar la definición perfecta de sus sentimientos, pero era imposible, ella solo quería ir a su cuarto y estar encerrada lo que quedaba de la noche y tratar de dormir, imaginar que en la mañana el ciclo no repetiría nuevamente, como siempre lo hacía, pero sus peticiones nunca eran escuchadas.

Cerró los ojos conteniendo las lágrimas y aún así, asintió con una pequeña sonrisa.

-No te preocupes tía. -dijo la castaña, volviendo a voltear para caminar hasta su puerta.

-¡Camilo te extraña! -dijo rápidamente antes de que la menor diera un paso al frente, deteniendo su andar.- Está muy desanimado también, no lo dice pero te extraña.

-¿Cómo sabes eso?

-Hija... -soltó una pequeña risa-, una madre siempre sabe cuando le ocurre algo a su hijo.

Tal vez no.

Volteó nuevamente y pudo ver a su tía con una sonrisa tranquilizante en su rostro, parada en el primer escalón de la escalera y recostada contra el primer pilar que daba inicio a la baranda de la escalera.

𝓣𝓻𝓪𝓼 𝓵𝓪𝓼 𝓹𝓪𝓻𝓮𝓭𝓮𝓼. ᴄᴀᴍɪʟᴏ ᴍᴀᴅʀɪɢᴀʟ. +18.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora