Eight.

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A la abuela no le gusta esto.

—¿No lo recuerdas? —ella negó con la cabeza ladeando un poco su expresión—, por favor... recuérdame a mi...

(...)

Sus largos dedos se enredaban con los rizados mechones del mayor, peinando su alborotado cabello a su paso, extendiendolos por unos segundos y una vez al llegar al final de los mismos, estos se devolvían a su estado original. Despeinado. No tenían solución, mas que una crema para peinar y muchas horas de dedicación, uno siempre tiene dudas de cómo lo hacía Pepa cuando este muchacho era un niño, hasta pareciera que simplemente le tiró el peine y con un "no tiene solución", así quedó, un desastre.

Un hermoso desastre. decía ella en su mente.

Sonreía ante la suavidad del mismo, y soltaba pequeñas risitas al ver como rebotaban en su sitio, muy sumergida en su divertida tarea, ni se percató cuando el dueño de aquellos rizos castaños había despertado, acomodando su rostro entre sus senos desnudos, subiendo una mano hasta una de la pequeñas montañas y apretando en el lugar, logrando sacarle un jadeo a la portadora. El moreno soltó una pequeña risa y acomodando sus brazos a sus costados, hizo algo de fuerza, levantó su rostro quedando a una distancia razonable del de ella, una distancia lo suficientemente alejada para poder disfrutar de la imagen que le proporcionaba su prima, la cual lo miraba con ojos tímidos ocultos detrás de su castaño flequillo que caía descuidado sobre los mismos.

Se acomodó entre sus piernas en un intento no sexual de, simplemente, buscar comodidad entre las mismas, aunque el roce nunca era mal bienvenido; bajó su rostro y vió como poco a poco ella cerraba sus ojos esperando la inminente llegada de sus labios y recibirlos gustosa con los suyos, pero no pasó, él detuvo su camino en algún punto perdido a pocos centímetros de su rostro, un punto en el cual sus ojos eran dueños de la máxima conexión posible y se sumergieron en una guerra de miradas donde ella iba en desventaja, pero no le importó segundos después ser la perdedora cuando en un movimiento rápido subió sus manos hasta su nuca y terminó de romper la distancia con un beso, suave, dulce, inocente.

No pasó tanto tiempo hasta que el mayor se vió en la obligación de volver a crear la distancia porque la risa le ganaba.

—Perdiste. —murmuró.

Ella rodó los ojos y siguiendo la risa le dió un pequeño empujón, para luego juntar sus brazos y cruzarlos en el camino. Camilo soltó una fuerte carcajada en respuesta, y en algún momento incomprendido por la menor, él se adelantó en levantarse, tomar un brazo de ella y girarla en su sitio, sin dejar pasar tanto tiempo, llevó una mano con fuerza hasta una de sus nalgas, dejando una marca y logrando que un fuerte gemido abandonará los labios de su pareja. Ella no se lo esperaba pero tampoco se quejaba.

—¡Tonto! —exclamó ella mientras que con sus brazos levantaba su torso del acolchado.

El moreno ya se encontraba fuera de la cama, buscando algo, pero al escuchar el insulto se detuvo de golpe, volteó con la intención de parecer intimidante pero la posición en la que se encontraba su prima lo comprometian bastante. Aún así sin importar su desnudez, se lanzó hacía ella, la volteó y llevó sus manos hasta sus costados, moviendo sus dedos con velocidad en su sitio, subiendo hasta sus axilas y bajando hasta su cintura en una caricia eléctrica, provocando carcajadas en la menor. Se limitó a retorcerse, reír y jadear esperando el momento en el cual el decidiera parar ya que, parar las cosquillas de Camilo era tarea imposible.

—¿Cómo me llamaste? —preguntó él en un tono bajo, grueso, ronco, como a ella le encantaba.

—¡T-ton-tonto! —trató de decir luego de varios intentos fallidos.

𝓣𝓻𝓪𝓼 𝓵𝓪𝓼 𝓹𝓪𝓻𝓮𝓭𝓮𝓼. ᴄᴀᴍɪʟᴏ ᴍᴀᴅʀɪɢᴀʟ. +18.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora