Mentiras

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Wolfram se encontraba caminando rápido por los pasillos enfurruñado, seguido por su hermano de pelo castaño, con su sonrisa de siempre.

-Puedes dejarme solo Weller, ya te dije que ya me siento mucho mejor- se detuvo para dar la vuelta y mirar a su hermano- tú mismo te has percatado que mi condición ha mejorado y que he recuperado peso. - volvió a dar la vuelta para seguir caminando, pero esta vez a un paso más calmado.

-Lo sé, pero aún tengo la orden de Gwendal de vigilarte. - siguiendo al rubio

Siguieron así por un rato, hasta que se escucharon unos pasos apresurados que se acercaron a ellos.

-comandante Conrad!!- dijo un soldado de la guardia de Gwendal que se había acercado a ellos. – el General Gwendal solicita su presencia en su oficina. -

-Entiendo, dígale a mi hermano que llegó en unos minutos. - dijo Conrad con toda la calma del mundo

-si señor. – el soldado se retiro

-Para tu suerte, me llaman. Así que te encargo que no hagas travesura. - le sonrió y le guiño un ojo Conrad al rubio

-solo vete- se sobo la entreceja wólfram, como lo hacía su hermano mayor.

Conrad rio un poco y se dio media vuelta para retirarse.

Wolfram siguió su camino, hasta que sintió una presencia un poco pesada en el ambiente. Miro a ambos lados para cerciorarse que alguien ajeno al castillo, lo estuviera siguiendo.

-Parece que por fin te dejaron solo, aunque sea unos segundos.

Wolfram reconoció inmediatamente esa voz y sintió que su pecho se rompía otra vez en mil pedazos y la ansiedad regresaba. Ya había pasado una semana desde del accidente de la boda y desde entonces no había tenido ningún encuentro con....Yuuri.

-Yuu...disculpa, su majestad, en que puedo servirle? - trato de decir con una voz firme, para que Yuuri no notara el temblor en su voz e hizo una reverencia, pues tampoco quería mirarlo a los ojos.

-Basta de formalidades Wolf, tú sabes más que nadie que puedes llamarme por mi nombre- dijo con un tono golpeado

-pensé que ese era un privilegio de mi hermano Conrad – Dijo Wólfram con un poco de sarcasmo, pero todavía en reverencia, pues se negaba verlo a los ojos, aunque su corazón decía otra cosa.

-Tú más que nadie sabe que eso no es cierto. -dijo Yuuri con un tono suave, para luego cambiarlo a uno más serio y golpeado- así que basta y mírame a los ojos

Wolfram fue levantando su cabeza lentamente, pues le temblaban las piernas. Así que tomo aire y su valor y por fin miro a Yuuri con seriedad. No iba permitir que viera a través de él.

Pero se sorprendió al ver la mirada del pelinegro, a pesar de que estaba serio había un poco de "tristeza" en esos ojos.

-Wolf.. me dijeron que el día de mí... – Yuuri se calló unos segundos para luego proseguir –... de mi boda, te pusiste muy mal. Y la verdad me tienes algo preocupado desde entonces.

-Ah – dijo el rubio más para él, que para Yuuri. Pues sabía que esto era pura formalidad - no se preocupe su majestad, comí algo que me hizo mucho daño, y pues tuve que salir corriendo de su boda para no incomodar. – le salió una sonrisa falsa.

-mmm...- Yuuri no se veía muy convencido, pero siguió con la charla. – me gustaría saber, que comida fue la que te causo daño; para que no lo vuelvan a preparar en las cocinas. - le sonrió tiernamente.

Wolfram se maldijo por caer otra vez en esa sonrisa que lo debilitaba, pero volvió en si para no decir más de la cuenta.

-En verdad no se preocupe su majestad, mis hermanos me tienen con una dieta estricta. Así que los cocineros pueden seguir cocinando lo que sea, sin preocuparse que yo me vuelva a sentir mal.

Ilusiones perdidas de sueños y amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora