Pastel

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Los fuegos artificiales estaban llegando a su fin y la gente poco a poco se iba alejando de los ventanales hasta que por fin se vio el último fuego artificial en el cielo. Todos los presentes se retiraron de los ventanales para seguir con la festividad dentro del salón principal. Pero dos jóvenes que se encontraban escondidos en un rincón del gran balcón seguían besándose apasionadamente, hasta al punto que tuvieron que separarse por la falta de aire y porque ya estaban yendo más allá que solo besos.

La ropa de Wolfram estaba algo desarreglada y las del castaño no se quedaban atrás. Poco a poco fueron recordando que estaban en una fiesta, que había muchos invitados al otro lado del ventanal y que ellos no estaban muy lejos de la vista de los demás.

Se separaron, sin alejarse mucho uno del otro, para poder reaccionar y volver a sus sentidos. Saborearon cada uno la saliva del otro entre sus bocas. Estaban tan excitados, que Conrad sin pensarlos mucho, quiso continuar y se acercó al cuello del rubio para darle pequeños besos sin llegar a dejar marcas, porque si estaba caliente, pero no era un bruto animal. Mientras tanto sus manos se empezaban a meter debajo de la ropa del rubio para tocar esa suave piel de porcelana.

Wolfram se volvió a dejar llevar por los cálidos besos y las suaves carisias, aunque una parte de él también estaba alerta. – Conr.. at..mmmhn ...es..mmm..espera.- decía el rubio con voz temblorosa y suave. Esas carisias estaban activando ciertas partes de su cuerpo. "esto no está bien" pensó el rubio, pero siguió dejándose llevar por el momento. Trataba de alejar a Conrad de él, pero todo era en vano. Podían más las caricias y la excitación que traía, que su propio raciocinio. Pero, reacciono inmediatamente cuando sintió una mano que estaba yendo más allá de sus caderas. Zonas más allá de lo permitido. Así que reacciono inmediatamente y golpeo la cabeza del castaño con su mano.

-oye!!- reacciono Conrad separándose un poco y sobándose la cabeza. - ¿Por qué?

-todavía tienes el descaro de preguntar el por qué. - Wólfram se empezó a arreglar su vestimenta, mientras trataba de regular su respiración. – tú no tienes respeto por nada Weller .- lo miro acusándolo. Conrad acepto el hecho que no era el momento ni el lugar, ya luego se vengaría por el golpe que le dio su pequeño ángel. Así que también empezó a arreglar su vestimenta y pensó que deberían entrar al salón, pues todavía no pasaba a saludar a Yuuri y felicitar a la joven reina. En eso se dio cuenta que Wólfram se estaba acomodando el prendedor que le dio en su chaqueta. Conrad se sorprendió, pero luego sonrió tiernamente, para luego acercarse al rubio y ayudarlo a acomodar el prendedor en la chaqueta.

-creo que se vería bien así. – Conrad tomo el prendedor de la mano de Wólfram y lo acomodo en la parte izquierda de la chaqueta y cerca de donde se encuentra el corazón. Wolfram se quedaba quieto y observando, mientras Conrad le acomodaba el prendedor. – listo. - le sonrió Conrad, mientras se alejaba un poco para observarlo. Wolfram sonrió y solo afirmó con la cabeza. Conrad le estiro el brazo para que el rubio lo tomara y entrar juntos al salón, el cual Wolfram rechazo.

-ni lo pienses Conrat.- se alejó primero Wolfram a la entrada del balcón hacia el salón.- entrare yo primero y luego tú, para no levantar sospechas.- y Wolfram se dispuso a entrar, seguido del castaño.

-bueno, lo intente. – Conrad sonrió y levanto sus brazos derrotados, para luego seguir por detrás al rubio.

Al entrar al salón, por suerte para ambos, todos estaban distraídos viendo a la pareja real bailar. Ambos se fueron cerca de una esquina para que nadie los notara mucho y empezaron a rosar sus dedos en secreto.

Se escucharon aplausos en todo el salón y se dieron cuenta que el baile de la pareja real había terminado, pero seguían jugueteando son sus dedos.

-Wolfram!! – el rubio y el castaño, fueron sacados de sus pensamientos y separaron sus dedos inmediatamente, además que se llevaron un buen susto. – te estaba buscando. - dijo Murata tranquilo con dos platos de pastel en la mano.

Ilusiones perdidas de sueños y amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora