Alegría

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Otro día había transcurrido en shin makoku, y dos jóvenes adultos entraban con singularidad complicidad al comedor para desayunar, después del entrenamiento matutino de Yuuri. Pero había algo raro en ellos y en realidad, no era algo malo, era todo lo contrario.

Ambos chicos entraron al comedor con un par de sonrisas que iluminaban completamente sus rostros. Y todo parecía que ese cambio de actitud tenía que ver con lo que había pasado el día anterior. Desde que regresaron de la salida al pueblo, sus caras y comportamiento habían cambiado y todos se dieron cuenta desde la cena del día anterior.

Esta mañana ambos chicos se hablaban con normalidad y se sonreían. Como si no hubieran pasado esos días sombríos de depresión y hubieran vuelto a esos días de juventud, donde todo era felicidad en el castillo; con los antiguos prometidos.

Cada uno tomo su lugar en el comedor sin tomar mucho en cuenta algunas miradas. Todos prosiguieron a seguir comiendo.

Isabelle era la única que se quedó pensando en lo que acababa de ver, ya que también recordó la tarde de ayer cuando Yuuri llegó después del paseo y entro a la habitación. Pero su rostro se notaba muy diferente, a comparación de los últimos días. La cara de Yuuri mostraba una paz que no podía describir y sabía perfectamente que la había causado. Sintió como el corazón se le estrujaba. Se quedo mirando perdida su plato de comida, hasta que fue sacada de sus pensamientos por la voz de su esposo.

-Isabelle, te encuentras bien? - pregunto un pelinegro con una mirada dulce y de preocupación. Ella simplemente sonrió y asintió y prosiguió a comer. Yuuri se le quedo mirando un poco más y luego volteo la mirada hacia cierto rubio que se encontraba a unas cuantas sillas de él. Se quedo mirando la plática que sostenía el rubio con su madre y su joven hija. La sonrisa que Wolfram les ofrecía a las dos mujeres, hizo que el también sonriera. Prosiguió con su comida, pero Isabelle no perdió de vista todo lo que acababa de ocurrir y volvió a sentir un hueco en el corazón, pero no fue la única que se dio cuenta de la reacción del rey, varios ojos también estaban observando. Pero prefirieron guardar silencio.

La tranquilidad fue interrumpida por el hijo mayor de la ex reina. -su majestad, cuando termine de desayunar lo espero en la oficina. - Yuuri dejo de comer y cambio su semblante de amor y tranquilad a uno de angustia y pesades. Gwendal siguió sin inmutarse con la reacción del rey. -llego una carta de Conrart, y como va dirigida para usted, preferí no abrirla. – el rostro de Yuuri volvió a cambiar a uno muy alegre y la sonrisa volvió a su rostro.

Wolfram al escuchar esto último, abrió los ojos de par en par y dejo la plática que sostenía con su madre e hija y volteo inmediatamente en dirección a su hermano mayor. Y sin pensarlo mucho, cuestiono al mayor. - ¿solo llego una carta? – Gwendal levanto una ceja ante la pregunta de su hermano, levanto su taza de té y antes de que tomara de ella, le contesto secamente. - si – luego tomo un sorbo de su té. Wolfram agacho un poco la mirada y volvió a hablar sin pensarlo mucho. - pensé que llegaría otra carta. - Gwendal alcanzo a escuchar lo que dijo el rubio y volvió a enarcar una ceja y esta vez dejando su taza de té en la mesa. Ahora fue él quien cuestionó. – ¿Por qué llegaría otra carta? – Wolfram volvió abrir mucho sus ojos y se dio cuenta de la estupidez que acababa de decir. Así que pensó inmediatamente en algo para que su hermano no lo cuestionara más. – es que pensé que como le llego una carta directamente a Yuuri, a "ti" te había llegado otra carta informando sobre la situación de su país. – le sonrió un poco nervioso. Gwendal se le quedo mirando un poco y luego lo ignoro paras seguir con su té. Wolfram suspiro de alivio y se relajó.

Poco a poco se fueron levantando de su lugar los presentes, para dirigirse a sus respectivas labores. El primero en levantarse fue Gwendal, dándole una rápida advertencia a Yuuri que lo esperaba en la oficina, lo que significaba que ya no debería de tardar en ir. Yuuri le sonrió asustado. Fue seguido por un Gunter, después se levantaron las damas a excepción de Isabelle. Quedaban dos cabezas pelinegras, un rubio y una cabellera larga castaño claro (Isabelle).

Ilusiones perdidas de sueños y amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora