Ansiedad

37 2 0
                                    

¿Cuando el silencio se volvió un acosador? Estos días las palabras solo parecen que quieren escaparse de mí mente, por eso me puse a escribir, porque si no suelto estas cosas me superan. Hay días en los que puedo convivir con los gritos, hay momentos en los que solo quiero estar solo, pero me gusta estar con nadie, el me entiende, me habla o en si me escucha, no se muy bien quién es pero constantemente lo escucho en mí cabeza, cuestiona todo lo que pienso, duda de las personas, las acciones, lo que vemos, leemos o escuchamos.
Aveces suenan más personas y escucho un sinfín de voces que no se de qué lugar vienen, de a poco me estoy volviendo loco, busco razones o motivos que tengan algún sentido pero no llego a sentir nada real. Siento que el mundo me miente, siento que falta algo pero no tengo ni la menor idea de lo que es, mucho menos se lo que soy, creo estar seguro en algunas situaciones pero me supera la inseguridad, no saben lo difícil que es estar rodeado de gente cuando me da un ataque, camino sin rumbos, hablo por hablar, creo que es lo peor que hago, digo tantas cosas mientras siento que no estoy diciendo nada, los pensamientos se pierden en mis recuerdos constantemente por eso tengo que anotarlos, de otra forma se pierden en el baúl que está escondido en el
fondo de la azotea, allí se resguardan algunas ideas que nunca volverán a ser ideadas, en el misterio de lo que no fue, como un rostro que pareciera no tener cara, o un sonido que jamás escuchaste pero sabes cómo suena, así se debe ver la nada, como algo enorme que no ocupe ningún espacio. Sigo sin saber por dónde seguir, sigo canalizando los colapsos en métodos de respiración, trato de relajarme y mejorar porque de otra forma está vida termina siendo una divina comedia, debo estar en lo más profundo del infierno o así me siento cada vez que cierro los ojos, mis sueños me atacan, desfiguran al tiempo, también los momentos hasta volver irreal mí conciencia, últimamente siento que estoy despierto cuando duermo, pienso en la plata, los gastos, la comida, el trabajo, el estudio, el amor y la muerte, creo que vivo en piloto automático, me levanto de la cama únicamente para apagarme en la cotidianidad, vago por el barrio, escapó a la ciudad pero vivo en mí teléfono, siento que sin esta pantalla no puedo estar tranquilo, porque sin entretenimiento las bestias me consumen, el miedo está comandando mis días, espero poder salir de esto, no me gustan estos matices, pero los vuelvo arte cuando hablo de mí malestar, no entiendo porque a la gente le gusta, a mí me desarma cada vez que lo leo, quizá todos somos solamente unos adictos al dolor.

Relatos de un don nadie segunda parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora