winter song ─𝗸𝗮𝗴𝗲𝗵𝗶𝗻𝗮.

零三 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈𝐈

heart made of glass,
my mind of stone.

《 T H R E E 》

──────────┈┈┈
༄✧༄

Francamente, Shoyo encontraba que las exhibiciones marciales eran aburridas y sobrevaloradas: las peleas se organizaban la mayoría de las veces, los guerreros se preocupaban más por el valor del entretenimiento y los admiradores que por las peleas limpias y la habilidad real. Hombres y mujeres dispuestos a demostrar su destreza atlética a cambio de riqueza, amantes y fama. Hinata estaba convencido de que tenía mejores cosas que hacer, como aprender a dirigir su nación, por ejemplo, pero su padre lo obligaba. Algo acerca de que las artes marciales eran un evento cultural importante.

El estadio sonó con vítores y aplausos ruidosos, llamando la atención de Shoyo, quién observó a través del delicado velo unido a su tiara perlada. Uno de los dos guerreros que luchaban tenía al otro atrapado contra su pecho con una katana en la garganta. Estaba sonriendo y esperando, midiendo la reacción de la multitud. Estaba dejando que la audiencia eligiera el destino del caído: darle una oportunidad de seguir o hacer que se rindiera. Shoyo se burló, bebiendo agresivamente su bebida. Las acrobacias truculentas como esa eran la razón por la que odiaba las luchas.

Su mirada se volvió a enfocar ante el sonido de un grito proveniente del campo de batalla, la multitud soltó un grito ahogado colectivamente un segundo después. El luchador inmovilizado se había aprovechado de la arrogancia y la distracción del otro para tomarlo por sorpresa, golpeándolo con fuerza en las costillas expuestas con el extremo romo de su arma y soltándose de su agarre con un fuerte rugido. Ese luchador no le dio a la multitud la oportunidad de elegir, no le dio a su oponente la oportunidad de enderezarse desde donde estaba doblado de dolor, agarrándose el costado. Incluso desde el palco real, parecía enojado, salvaje. Shoyo supuso que, si estuviera más cerca, podría haberlo escuchado gruñir, bajo, como un animal salvaje. Ya no actuaba. Esperó hasta que su rival agotado levantó la mano en señal de rendición y luego arrojó su arma a sus pies. En algún lugar de la arena, sonó una campana para señalar su victoria.

El estadio estalló, más fuerte de lo que alguna vez Hinata había escuchado. Ese guerrero parecía haber reunido una gran cantidad de fanáticos. Cánticos aclamadores rebotaron en las paredes en una cacofonía loca, y el luchador levantó un puño en señal de victoria con una sonrisa confiada. Shoyo se permitió aplaudir con una pequeña sonrisa propia, mientras veía al ganador extender una mano hacia su oponente derrotado, ayudándolo a pararse y envolviendo su brazo alrededor de su cintura para ayudarlo a cojear débilmente hacia las líneas laterales. Hinata puso los ojos en blanco, reprimiendo otra sonrisa. La gente, su gente, gritaba y aplaudía, enloqueciendo como si no hubieran estado animando la derrota del ganador un minuto antes de someter a su rival.

La segunda pelea fue entre dos convictos. Salvaje, sin la elegancia de élite de los guerreros.

Uno empuñaba un sable, mientras que el otro, un hombre más alto, usaba una katana. Este último golpeó primero mientras gritaba y se lanzaba hacia adelante. Lo que al hombre más bajo le faltó en altura, lo compensó en velocidad y lo esquivó, agachándose hacia un lado y corriendo hacia adelante mientras apuntaba al lado izquierdo del hombre. Un grito sonó cuando la hoja le atravesó la piel y la multitud rugió en aprobación. La sangre brotó de la herida, y el hombre más alto presionó su mano contra el corte, su rostro se contrajo por el dolor. Después de algunos golpes más exitosos del hombre bajo, su oponente yacía en el suelo desvalido, Shoyo miró al vencedor jadear mientras la sangre del oponente se acumulaba a sus pies, sus ojos estaban muy abiertos y sin pestañear, mientras su agarre permanecía firme en la empuñadura de su espada.