零六 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈

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we've come a long way
from where we began.

S I X

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Hinata se dirigió al calabozo, con artículos que había robado a hurtadillas de la enfermería con ayuda de Bokuto y Atsumu. Cuando entró por la puerta principal, un denso olor a humedad y óxido le dio una bofetada en la cara.

El carcelero no esperaba que el príncipe heredero llegara a tal lugar y con la sorpresa bañando su rostro, cayó de rodillas para inclinarse.

─Mi príncipe milagroso, ¿cómo puede entrar en un lugar tan espantoso? ─exclamó el guardia, sintiendo como su corazón latía a gran velocidad.

─Todos somos iguales, no hay necesidad de diferenciarse de mí ─le dijo Hinata al guardia real mientras lo levantaba del suelo.

─Pe-pero...

Hinata le sonrió al carcelero de expresión desconcertada y negó con su cabeza para detener sus protestas.

Luego, atravesó la siguiente puerta de hierro, con Bokuto y Atsumu detrás de él. No había prisioneros, todas las celdas estaban vacías. Hinata siguió los guardias a través del oscuro túnel, el cual los llevaba a la parte más profunda del calabozo, hasta que se detuvieron frente a una celda común. Uno de los escoltas tomó la llave y la abrió, al segundo siguiente, un fuerte olor a sangre se impregnó en sus fosas nasales. Las antorchas dentro de la celda temblaron debido a la débil brisa que arrastró al caminar. En un rincón estaba Kageyama, sentado en el sucio suelo, con la cabeza colgando hacia adelante y los ojos cerrados. Le habían puesto un haori desprolijo y un hakama blanco, pero ya se había manchado de sangre y suciedad. Las gruesas cadenas de hierro estaban casi incrustadas en sus muñecas y tobillos, haciendo imposible que se desplazara por la celda. Incluso si el hombre escuchó un ruido a su alrededor, no se movió, ni levantó la cabeza. Solo su pecho subiendo y bajando, por las lentas respiraciones, fue un indicativo de que aún seguía con vida.

Hinata apretó su puño, su corazón se hinchó con una densa y dolorosa emoción.

─Dejen las cosas y los quiero a todos afuera ─ordenó Hinata, tratando de utilizar su voz más autoritaria.

Cuando quedaron solos, Hinata se atrevió a dar unos pasos hacia adelante. Se arrodilló frente al nuevo rey del Norte y levantó el brazo para subir su barbilla. Pero tan pronto como extendió su mano, Kageyama se despertó, alerta, irguió repentinamente su cabeza y mordió la mano de Hinata ferozmente, atrapándola entre sus dientes. Shoyo se quedó sin palabras por el asombro. Tobio no tenía fuerza alguna por toda la fatiga, y aunque la mordedura causaba un pinchazo, no era lo suficientemente terrible.

Hinata miró aquellos ojos y dentro de sus pupilas había una sensación fría, muy indiferente, pero absolutamente determinada.

─Kageyama, me duele ─murmuró Hinata en voz baja y gentil.

El rey del Norte estaba muy confundido por la actitud bondadosa, pero su boca se abrió, liberando la mano de Shoyo cuando este se quitó la holgada capucha de su cabeza.

─Lo siento, creí que... ─comenzó Kageyama, confundido por el sueño.

Hinata frotó las marcas de los dientes en el dorso de su mano y las escondió en su manga para que nadie las viera. Luego, les gritó a los guardias reales y al carcelero que estaba afuera y les indicó que abrieran las cadenas. El carcelero miró con pánico a los guardias personales del príncipe heredero.

winter song ─𝗸𝗮𝗴𝗲𝗵𝗶𝗻𝗮.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora