Mis ojos se entrecierran bajo la angustia de ver como sus manos tocan los brazos de otra persona ¿Qué es lo que debo hacer? Mi ser esta tan absorto que no puede pensar en otra cosa que no sea como las yemas de sus dedos la tocan.
Mi respiración se vuelve desigual y aún más cuando la veo querer pasar su brazo por encima de los hombros, la prensa está quedando a un lado cuando aprieto el papel entre mis manos.
La farándula y los sucesos de asesinatos no es nada comparado con lo que tengo cubriendo cada aparte de mi mente, eso se queda a un lado cuando se arruga entre mis manos. Mis dientes trillan con descontrol y mis ojos se afilan aún más cuando su acompañarte sigue a su juego.
No puedo detener el latido fuerte de mi corazón, ni que mis manos piquen por sentir el fuerte apretar de sus dedos en mis caderas. Quiero que ella me azote, quiero que ella clave sus dedos en mi piel, pero no solo eso.
Quiero dominarla, que me ruegue por poseerme, quiero que ella gima mi nombre en clemencia por mis acciones. No soy una tonta, se quien en la mujer que tengo en la mira, la mujer que hace que mis bragas continuamente se mojen, la única que quiero en mi interior.
Ella es la diosa de las mujeres, el punto de anclaje para cualquiera que se acerque, es la más deseada de todo Estados Unidos, pero eso no ha hecho que mis ganas por ella cesen. Quiero que me vea, quiero que me admire y me desee como una maldita psicópata, pero ella no sabe nada de mí, no estoy ni un segundo en su radar.
Ella no sabe de mi existencia cuando yo ya he indagado hasta el tono perfecto que nuestros hijos tendrán en su habitación. Ella no sabe nada de mí, pero yo me masturbo cada noche con su ropa interior. Ella no sabe quién limpia su casa y deja miles de aromas dentro de su lugar. Ella no sabe nada de mí, ni de mi existente lugar.
Sus dulces ojos la miran a ella como si no quisiera tener a nadie más a su lado, cierro mis ojos tratando de regular lo mejor que puedo mis ansias de asesinar a la mujer que la tiene tomada.
Me levanto de golpe, arrugo la prensa y la lanzo en el bote de basura, miro de reojo por última vez a la mujer antes de tomar el camino alejándome de ella.
Mis pasos no se detienen ni un segundo, ni siquiera cuando siento levemente la mirada de ella sobre mi cuerpo, trato de parecer normal, una mujer que nunca en su vida la ha visto.
Entro a la tienda del señor Richardson, agradable a la vista de todos, un sádico con su esposa dentro de las cuatro paredes, cree que no se nada sobre él, pero su mujer es una bocaza de lengua suelta cuando está tomada, ella me ha dado unas ideas y he decido tomarlas.
Lauren Jáuregui será mi mujer, incluso si ella no sabe nada de mi existencia.
-Su compra tiene un total de 50 dólares- asiento al hombre que deja una galleta con sabor a chocolate dentro de mi bolsa –Por ser una cliente especial-. Sonrió asintiendo.
Apretó la bolsa en mis manos, quisiera que nadie viera lo que lleva dentro y es un milagro que sea de color negro.
La soga, la cinta de embalar y los tirrajes (Tirrap), están dentro de la bolsa, el thinner también forma parte de mi compra, aunque me parece ilógico que el hombre ni siquiera colocara un rostro de asombro. La mujer a su lado tampoco es que dijera nada cuando vio mis dólares sobre la caja registradora, pero su mirada y la sonrisa ladeada me decía que no abriría ni un segundo sus labios para algo más que un elogio.
¿Elogio? Estamos seguros que ella debía elogiarme. Sonrió para mis adentros mientras muerdo mis labios, miro mi reloj de pulsera tomando en cuenta que faltan solo unos pocos minutos para poder ir a casa y prepararme, la noche está a la vuelta de la esquina, unos minutos y sé que nos encontraremos en medio de la oscuridad, ha comenzado a oscurecerse temprano y si estoy de suerte, podre tomarla y sacarla antes de que la media noche llegue.
Miro de nuevo mi reloj antes de alzar mi cabeza, pero no puedo terminar mi acción cuando siento como mi cuerpo es tomado con fuerza, mi mano se aprieta fuertemente en la bolsa para golpear a la persona que me esta tomando.
Forcejeo como puedo con rabia, pero la calle está sola, incluso para ser tan temprano y eso causa que yo este desprotegida. El callejón es cada vez más oscuro y solitario, no puedo ver quien me ha tomado, ni siquiera cuando me deja sobre mis pies, aun así no puedo girar mi rostro porque mi cabeza es tomada desde mi cabello y es impactada con fuerza causando que una fuerte punzada y el mareo nublen mi vista, siento leves gotitas de sangre resbalar en mi frente adolorida.
-¿Realmente pensaste que no sabría nada de ti? Camila- la voz grave que está entrando en mi cabeza me hace abrir mis ojos con grandeza –Gracias por hacer la compra cariño, pero desde ahora me encargo yo- sus palabras son finales y letales.
Mi cabeza vuelve a golpear contra la pared y un paño es colocado en mi nariz logrando que pierda en conocimiento.
-Rogaras nunca haber caído en mis manos-
