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En los últimos días Jimin había estado muy pendiente a casi todo, y se estaba volviendo algo estresante, porque tener que levantarse y salir corriendo al escuchar voces provenir del pasillo lo era, esperando toparse con Hoseok o con alguien más. Pero hasta ahora no sucedía, solo dando con desconocidos que no venía a verlo a él. Además de ello, había estado muy atento al mirar por la ventana, y esta era otra cosa, ya que no volvió a ver al encapuchado al otro lado de la calle.

Ahora Jimin extrañamente se sentía más solo, igual a cuando todo la desgracia había caído sobre sus hombros. Ya no se sentía seguro, y eso lo inquietaba. 

—Jimin, pude conseguirte algo de puré de papas, habías dicho que había sido de tu agrado— Dijo la enfermera mientras ingresaba a la habitación, pero se quedó en silencio cuando observó el panorama. Su paciente no estaba en su camilla, se encontraba en una esquina con la cabeza enterrada sobre sus rodillas. Era sin duda una imagen triste. —Jimin...-

—No tengo hambre— Últimamente Jimin estaba volviendo a sentirse de esta manera, su apetito se estaba yendo de nuevo y estaba tan cerrado en sí mismo.

La mujer dio unos cuantos pasos hacia donde su paciente, inclinándose un poco al tenerlo a buena distancia. —Estas a pocas semanas de ser dado de alta, por favor, no renuncies ahora— Ella le había tomado cariño, Jimin se parecía mucho a su hijo de seis años. Buscando algo de calor y cariño, no encontrándolo. —Vamos, has estado haciendo bien durante todo este tiempo, ¿no quieres irte?—

Jimin quería, en serio quería irse del hospital, pero ahora no estaba seguro de nada, porque... ¿Qué iba a suceder luego con él?, ¿Volvería a su departamento para volver a ser el mismo que venia siendo ya hace un año?, ¿Solo para volver en cualquier momento a este hospital?...

—No tengo a nadie allá afuera— Su voz salió apagada, fue casi un susurró. —La persona que amaba, él... él se fue...— Nuevamente su mejilla estaba siendo empapada por el agua salada que salía de sus lagrimales. 

Un corto silencio.

—Pero el mundo no se termina ahí, por más que duela—

Jimin elevó su cabeza, su mirada ahora puesta en el rostro suave de la enfermera, —Para mi si— Pero se puso de pie, yendo donde la bandeja de comida, y él comió, obligadamente lo hizo. Quería irse, si iba a morir, al menos debía de hacerlo fuera de este lugar. 


--No voy a morir aquí, Jimin-- Yoongi estaba medio sonriendo, su mano ocupada acariciando la mejilla mojada de su novio. --Ya sabes, odio los hospitales--

Jimin resopló, se escuchó lastimado --Al parecer no tanto, tú sigues viniendo todo el maldito tiempo, y tus heridas siempre van a escala--

Silencio.

Jimin volvió a hablar, alejándose un poco, ya no sintiendo la cálida mano sobre sus rostro... --Yoongi, ¿ realmente quieres morir?-- Fue serio al preguntar, no dejándole responder a Yoongi, agregando mientras más lágrimas caían --¿Qué pasara conmigo si eso pasa?... Yo me derrumbare, Yoongi, y terminare siguiéndote...--

Fue en ese momento que Jimin pudo verlo, Yoongi lo miró de otra manera. Luego de que saliera del hospital, Yoongi no volvió a pisar uno. Ninguno de los dos.

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Agitado, Jimin despertó de golpe en la madrugada del sábado, tomando asiento en su camilla mientras se apretaba el pecho. Una punzada dolorosa lo había hecho despertar. Mierda. Otra maldita pesadilla, una muy vívida. 

Cicatrices |Yoonmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora