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—Alguien estuvo aquí por la noche— dijo Jimin de imprevisto.

La enfermera lo miró dejando de realizar por algunos segundos su labor en la habitación de su paciente —Eso.. no puede ser, no se le tiene permitido a nadie entrar a esas horas de la noche, ni siquiera a los enfermeros, a menos que los pacientes estén en estado grave y necesitan de supervisión— aclaró tratando de hacerle ver que aquello era un tonto imposible —¿Tal vez fue un mal sueño?— Según ella era lo más posible, y lo que solía ocurrir.

—No lo creo.. se sintió real—

—Así suelen ser las pesadillas—

—Siempre tengo pesadillas, y lo de ayer fue un tanto.. demasiado— La arruga en su entrecejo se hizo más visible, pero no mostraba enfado, solo se sentía confuso y pensativo. Él lo sabía, por noche no estuvo solo, y esta vez no culparía a las ilusiones del sueño; Lo que le ocurrió fue real.

—Ya veras como te olvidas de eso, ahora recuéstate y en quince minutos estaré con tu almuerzo— Avisó.

Jimin asintió, aun así él no la esperaría, sus planes eran otros y él en esa camilla no estaba incluido; Lo de la noche anterior había sido la gota que derramó el vaso, él quería volver a su departamento en donde según él estaría seguro. Se enderezó como pudo y a movimientos letárgicos bajo cada pie de la camilla, cuando lo logró dio pasos calmados hacia la puerta.

Necesito irme de este lugar— Murmuró al llegar a tocar el picaporte de la puerta, pero antes de salir asomó su cabeza para verificar el que nadie estuviese en el pasillo. Para su buena suerte el pasillo se encontraba despejado, pero para su mala suerte las puertas estaban siendo custodiadas por esos dos oficiales conocidos, como siempre.

Miró preocupado a sus costados, empezaba a marearse, tanto tiempo tendido en una camilla no era bueno, su cuerpo se sentía cansado y sus sentidos confusos. Sacudió su cabeza y usando la poca fuerza que tenía logró tomar un abrigo que se encontraba sobre el desolado mostrador.

Fue rápido en ponerse la prenda ya que vio a su enfermera acercarse por uno de los pasillos, cubrió parte de su rostro y camino hacia la salida con pasos apresurados.

Su respiración agitada se regularizó al no verse descubierto, y tomó el primer taxi que se le cruzó a su delante.

—¿Se encuentra bien?— preguntó el hombre dueño del taxi mirándolo a través del retrovisor; el chico lucía sospechosos y dramáticamente enfermo.

—Si...— Fue casi un susurro al aire pero llegó los oídos del conductor, tomó una buena cantidad de aire y le dio su dirección al hombre.

Al momento de querer arrancar hacia dicha dirección el taxista se vio confundido por la aparición brusca de aquella motocicleta, la cual le obstruyo el paso. Jimin levantó su mirada y no dudo en fruncir su ceño cuando el chofer empezó a dar bocinazos para que el dueño de la motocicleta se pusiera en marcha o dijera algo por su estúpida acción peligrosa. El ruido de las bocinas incrementaron, y era realmente molesto para los oídos de un casi aturdido Jimin, y empeoró cuando ya no eran los bocinazos de un solo vehículo, sino que se les sumaron los que se veían detenidos al encontrarse detrás sin poder avanzar.

Demasiado ruido, Jimin cerró sus ojos concentrado en hacer oídos sordos, pero era casi doloroso; Su cabeza daba vueltas y así también todo a su alrededor.

Su débil cuerpo no cayó sobre el asiento de adelante, escuchó la puerta del taxi abrirse y sintió unas manos sostenerlo. Abrió apenas sus ojos y pudo ver una placa policial, se trataban de los guardias del hospital y Jimin lo confirmó cuando escuchó la voz de la enfermera que lo cuidaba, ella estaba dándoles indicaciones a los oficiales.

Cicatrices |Yoonmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora