【🔮】19【🐺】

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Narrador omnipresente.

Tras salir de una relajante y caliente ducha el ojiverde sale del baño vistiendo únicamente una toalla alrededor de su cintura y a su vez con otra se va secando el cabello, luego su cara, cuello y torso.

Una vez seco, quita la toalla para dejarlo literalmente como Dios lo trajo al mundo, para hacer los mismo de hace un momento secarse para luego tomar la ropa interior que le había dado su mate junto al resto de ropa para sentarse para facilitar a la hora de ponerse el pantalón, una vez colocados en su lugar tomó la camisa y antes de ponérsela giro a su derecha donde estaba la ventana que daba al jardín trasero de la casa de los Altamira-Deaton.

Es la segunda vez que viene y no se retracta con lo que piensa de esta casa, se parece a la que fue su casa en cuando en ella había el amor y calidez de una familia que perdió por ser un ingenuo adolescente que dio su confianza a quien acabó con esa familia, algo que se culpa y no le ha dicho a nadie ni muchos menos a su propia hermana mayor, quien estuvo con el después del incendio.

Un brillo que vio por reojo hizo que saliera de su mente para ver como la barrera protectora de la casa se restaurada, ante eso pensó que la Argent junto los dos hombres que venía con ella, encontraron la casa para rápidamente vestirse y salir de la habitación para bajar de un salto la escalera y antes de que pudiera salir, una voz robótica habló.

—Señor Hale - llamó el asistente o mayordomo virtual que tiene la casa - no están atacando, el escudo cada hora se restaura.

Hablo ya que analizó y estudio el comportamiento del hombre lobo para tranquilizarlo, cosa que en cierta medida logró, pero también lo asustó (cosa que no demostró), ante su repentina aparición.

—Por si busca a la señorita Marilén se encuentra en la sala - informó la inteligencia artificial a lo se asintió para irse a la sala que vio hace rato, pero la voz lo detuvo - señor Hale, hay no está, es en la otra, tome aquel pasillo hasta el final, permiso.

Dijo para irse y el Hale tomó el pasillo que le dijo la máquina mientras caminaba vio las diferentes decoraciones que tenían las paredes, las cuales eran pintura ya sea compradas o hechas a mano, unas fotografías de la familia y las únicas dos fotografías que se detuvo a ver con detenimiento fue una que mostraba a sus padre en su boda junto a sus padrino y su esposa la cual era su madrina, esa fue la primera y la segunda fue en la que se veía a una Marilén de 15 años bailando el vals con su padrino.

Admiro ambas fotos para ir en busca de la chica y cuando llego al final de pasillo se encontrándose con tres puertas, tanto la que estaba enfrente de él como la de su derecha estaban cerradas mientras que la de la izquierda era un marco de puerta donde se dirigió encontrándose con la gran sala y sus inmensos ventanales con la mejor vista de toda la casa.

Aparte de ver la impresionante vista se encontró con la mexicana que estaba sentada en uno de los sillones que están junto a la ventana admirando a la vista mientras escuchaba música, se acercó a ella silenciosamente para que no se diera cuenta, irónicamente tal como lo un lobo con su presa, pero en este caso el ojiverde no quiere comerse a la castaña, bueno de esa forma no, porque su lobo interior si quiere comérsela, pero de la mejor forma.

Pero él plan de Hale se fue a China cuando estaba a unos pasos de ella, porque hablo.

—No va a funcionar conejito – hablo la chica. Para quitarse los audífonos y bajar los pies del mueble para girar a verlo que cuando lo vio, el ojiverde alzo una ceja ante el nuevo apodo que le dio la chica – tus dientes frontales – explico – me recuerdan a los de un conejito, por eso el apodo.

El chico negó ante los apodos de la chica para terminar se acercarse a ella y tomar el reposapiés para sentarse y tomar los pies de su mate para ponerlos sobre sus piernas y hacerles cosquillitas en la planta del pie, cosa que si funciono ya que la chica se empezó a mover ante el gesto del lobo para librarse de su agarre cosa que no funciono, porque la tenía muy bien agarrada haciendo que no sería fácil librarse de él. Siguió la tortura por unos minutos más hasta que el lobo hablo.

The Mexican and the Wolf | Derek Hale [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora