Capítulo 5

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-Oh, dónde ¿Dónde podrá estar? -Xie Lian se pregunta en voz alta, acariciando su barbilla y simulando asomarse por debajo de la mesa de la cocina-. Dios mío, ¿Se ha escapado? Tal vez nunca lo encuentre, tsk.

Escucha un movimiento nervioso que proviene de debajo de la cama y se dirige hacia allá, tratando de no reír.

-Ah, mi pobre Hong-er, ¡perdido para siempre! Hm, pero tal vez si le pregunto a Huaban...-Xie Lian agarra la mariposa de papel y la sostiene entre sus manos. -Huaban-gongzi, ¿Ha visto a Hong-er por algún lado?

Huaban, siendo una mariposa de papel, no responde. Xie Lian hace un sonido de interés de todos modos.

-¿Oh? ¿Cómo dices? Se está escondiendo... -Xie Lian pasa un brazo por debajo de la cama, agarrando el tobillo de Hua Cheng. Lo jala (¡Suavemente!) de un tirón y lo carga en sus brazos, pasando unos dedos por sus costillas haciéndolo chillar y reír- ...¡¿Aquí?!

-¡Gege! -grita Hua Cheng, retorciéndose en sus brazos. Su ojo está brillante y estrecho por la risa mientras empuja débilmente a Xie Lian-. ¡Gege, me haces cosquillas!

-¿Ah, si? No tenía idea -Xie Lian sonríe y se inclina, resoplando contra el estómago de Hua Cheng. Hua Cheng le agarra el cabello, riendo locamente por la atención-. Hong-er, no sabía que tenías tantas cosquillas.

Está información será muy útil en el futuro.

-Gege, tu ganas, tu ganas, tu ganas, no más -dice Hua Cheng sin aliento, así que Xie Lian cede. Sin embargo, mantiene a Hua Cheng en sus brazos, acurrucándolo y frotando su mejilla contra esa fina cabellera negra.

-Hong-er es muy bueno escondiéndose -dice Xie Lian-. Pensé que nunca te encontraría.

Hua Cheng tararea feliz. -Descuida, gege. No te dejaría buscar por tanto tiempo.

-Bueno, te lo agradezco.

-¿Gege quiere esconderse ahora?

-Tal vez en un rato. Primero cenamos, antes de que llegue Yin Yu.

Xie Lian observa a Hua Cheng durante la cena, preocupándose en silencio. Han pasado casi dos semanas desde que mataron al demonio. ¿Y si la maldición nunca desaparece? ¿Y si es permanente? Por supuesto, seguirá siendo Hua Cheng, y Xie Lian lo amará sin importar qué; pero que todas sus memorias, todas sus experiencias compartidas, sean borradas por completo...

Xie lian tiene que tragar el espeso dolor que de repente entumece su garganta.

-Hong-er, ¿Puedes venir, porfavor?

Hua Cheng se sienta en su regazo, dejando que Xie Lian agarre una de sus muñecas y tome su pulso como lo ha hecho casi todos los días desde que el demonio murió. Bajo su piel, su sangre fluye firme y constante. Su energía espiritual fluye en conjunto, más fuerte que antes, pero tranquila y discreta, nada que ver con el habitual y abrumador estruendo de las reservas de Hua Cheng. Puede sentir la maldición, enroscada fuertemente en la base del cráneo de Hua Cheng, y la forma en que su energía espiritual burbujea y se agita a su alrededor.

-¿Gege? -Hua Cheng lo mira con el ojo abierto de par en par-. ¿Qué pasa?

-No pasa nada, pequeño. No te preocupes -Xie Lian besa su sien y luego lo insta a que juegue con sus juguetes. Está claro que la maldición no está desapareciendo por sí sola como debería; es por eso que pidió refuerzos. -Te avisaré cuando sea la hora del baño.

El resto de la tarde transcurre sin cambios, y Xie Lian lucha contra el impulso de caminar en círculos por todo el santuario. Eso solo angustiaría a Hua Cheng. Yin Yu llega poco antes del anochecer y llega a la misma conclusión que Xie Lian: con tanta energía espiritual de Hua Cheng concentrada en la maldición, debería haber desaparecido hace días. El hecho de que aún no lo haya hecho es terriblemente preocupante. Sin embargo, por mucho que trate, Xie Lian no puede encontrar daño alguno en el cuerpo o en la energía de Hua Cheng que provoque que la maldición persista.

Dios Sabe Que He Sido IngenuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora