4. Historia de amor con punto final.

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Insertó la llave dentro del pestillo, no sin antes suspirar, dejando que dos dedos de una de sus manos frotaran sus sienes. Escuchó del otro lado a alguien poniéndose de pie y caminar en dirección a la entrada. Suspiró pesadamente, girando el pomo de la puerta y topándose con él, que no esperó más para tomarla entre ambos brazos, con una fuerza con la que rara vez la estrechaba.

Layla permaneció estática mientras Wakasa repasaba su cuerpo con ambas manos de una forma frenética, cubierto de una mezcla compuesta por ansias y alivio.

— Ah, Layla, gracias al cielo estás bien, estaba muy preocupado, ¿por qué no me dijiste que pasarías a Shibamata? Pude haberte llevado, incluso pudimos cenar juntos pero no...

— ¿Ni siquiera vas a preguntarme por qué me fui después de que te quedaste dormido?

El peliblanco bajó la mirada — iba a hacerlo, pero ahora no importa, lo único que me alegra es saber que estás sana y salva.

Sonrió genuinamente para después tomarla por las mejillas con ambas manos, acercando su rostro al de ella con la intención de plantarle un beso, cosa que la castaña negó, inclinando la cabeza hacia otro lado. Wakasa la miró sin entender que era lo que ocurría mientras ella se escabullía de su agarre rápidamente, caminando hacia la cocina.

— ¿Cenaste algo ya?

— ¿Estás bien?

— Sí — abrió el frigorífico, metiendo la cabeza en este para evitar verle — ¿cenaste o no?

— Ah... sí — el joven fue tras sus pasos

— ¿Aquí en casa? — tomó un par de huevos, además de unas cuantas verduras y los dejó sobre una de las encimeras de la cocina para después buscar una sartén — ¿no era hoy tu cita con Ichika?

Wakasa palideció ante las palabras de su novia.

— ¿Eh?

— Sí — volteó a mirarlo, como si el preparar la cena le hubiese funcionado como un momento de preparación para confrontarle — la señorita "contigo me encantaría cualquier cosa" — guiñó un ojo, imitando el símbolo que acompañaba el mensaje que recitaba.

El otro se recargó contra el refrigerador, pasándose una mano por el cabello — Estás confundiendo las cosas, Layla, Ichika es una chica a la que estoy entrenando en el gimnasio y...

— Ah, claro, como Shelby — habló con sarcasmo — ah no, esa era Sachiko, ¿no? ¿o es que hay más?

— ¿De verdad vas a sacar a colación eso otra vez? — bufó — lo hablamos antes, lo de ellas fue una...

— Una simple confusión, cariño, no pasó nada entre ellas y yo — imitó, haciendo comillas con los dedos — ¿tú realmente crees que soy tan estúpida?

— Nunca te he llamado de esa manera, Layla

Extendió una mano hacia él — dame tu móvil

Él rio, frustrado — ¿qué? ¿ahora vas a revisar mis cosas por un malentendido? ¿de qué vas, Layla?

La sangre comenzó a hervirle mientras corrí por sus venas. Tenía el estomago vacío, y sentía que su cabeza explotaría si él volvía a tacharla de mentirosa o a negar la verdad una vez más. Hizo el intento de respirar una vez más para no precipitarse, pero al final sus palabras terminaron por sacarla de quicio.

— Solo estás actuando como una novia loca, Layla. Jamás te he sido infiel y puedo jurártelo por lo que quieras, ante tu bendito buda o cualquier mierda. Además, yo no soy la que corrió con otro tipo justo después de acostarse conmigo, ¿crees que yo no puedo malinterpretar tus acciones? No lo hago porque confío en ti como tú deberías...

𝙔𝙤𝙪𝙧𝙨, 𝙩𝙧𝙪𝙡𝙮 • 𝙎𝙝𝙞𝙣𝙞𝙘𝙝𝙞𝙧𝙤 𝙎𝙖𝙣𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora