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Si nos permitimos saltar el tiempo nuevamente al menos unos cuatro años, nos encontraríamos con un Jake de dieciséis y a un Sunghoon de catorce. El mayor jugaba videojuegos con Park, a veces soltando algunos gritos cuando era asesinado o perdía sus dichosos puntos, escuchando las carcajadas de Sunghoon que tan cotidianas se había vuelto en su vida.

Aquella Q fue en serio.

— ¡Y eso fue otra victoria para Park Sunghoon! –gritó el menor levantando sus brazos al aire, Jake dejó caer su cabeza, resignándose a la idea de poder ganarle a Sunghoon.

— Bien, okay, lo aceptó, soy pésimo para esto. –el castaño levantó su cabeza y cruzó sus brazos, formando un pequeñísimo puchero de manera inconsciente.

El pelinegro rió y se acercó a su mayor luego de mover un poco su flequillo hacia un lado.– Descuida, hyung. De igual forma, eres muchísimo mejor que yo en otros juegos. –abrazó al australiano.

Fue su turno de reír.— Lo sé, no creas que serás vencedor en todo. –el menor se apartó un segundo para poder hacer un desastre los cabellos castaños de Jake, generando que se quejara.

Shim frunció el ceño mientras se acercaba al espejo de su habitación, peinando delicadamente su cabello.

Volteó a su derecha cuando sintió la mano de Sunghoon en su hombro, miró a este por unos segundos.

— ¿E? –inquirió con diversión, aquello se había vuelto una linda costumbre.

E de Eres muy tierno, hyung.

𝖢 ➪ 𝖩𝖺𝗄𝖾𝗁𝗈𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora