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Y desde entonces podríamos decir que Sunghoon adquirió la personalidad de un lindo gatito necesitado de mimos, tal y como aquel peluche que le regaló el australiano a sus diez años.

— Hyung, hyung, hyung. –Jake rió antes de despegar la vista de su celular y dirigirla a los ojos cafés de Park.

— ¿Si?

— ¿Juegas con mi cabello?

El mayor asintió y Park procedió a tumbarse a su lado, estando en la cama del castaño.

— No seas tonto, ven. –el australiano tomó su brazo y lo acercó más a sí, dejando que la cabeza del pelinegro reposara en su brazo y sus manos en su pecho. Sonrió cuando Sunghoon alzó un poco el rostro para mirarlo.

Acercó una de sus manos a el cabello de Sunghoon, adentrando sus dedos de manera leve en las suaves hebras, antes de tomar un mechón y girarlo en su dedo índice. Aguantó una risita cuando el menor pareció soltar una especie de ronroneo.

Estuvieron así por lo que parecieron minutos, hasta que Jake se separó levemente para ver el rostro del menor, sorprendiéndose al notar que estaba dormido. Estiró su mano para tomar su celular.

Agradeció al cielo que el sonido de la cámara cada que tomaba una foto estuviera desactivado, pues de lo contrario, Sunghoon habría despertado y lo descubriría tomándole fotos mientras duerme.

Observo un poco más su rostro, antes de dejar un dulce beso en su mejilla y susurrar en su oído:

E de Eres muy tierno, Hoonie.

𝖢 ➪ 𝖩𝖺𝗄𝖾𝗁𝗈𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora