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— ¡Hyung, hyung, hyung!

— ¿Qué ocurre? –inquirió el mayor sin siquiera mirarlo, concentrado en una libreta.

— ¿Que pasaría si un día llegó a tu casa con un perrito?

Shim soltó el lápiz que tenía en su mano y giró a ver al menor, encontrándolo con una caja en sus manos.

— ... ¿Qué hay en la caja? –respondió con otra pregunta, entrecerrando sus ojos.

Una sonrisa se posó en los labios de Sunghoon, y antes de que pudiera decir algo, la tapa de la caja se alzó levemente, dejando ver a un cachorro queriendo salir de aquel limitado lugar.

— ¡Será nuestro hijo! –dió por hecho y los pómulos de Jake adquirieron un tono carmín, mirando con los ojos abiertos a Park.– Ya hablé con nuestras mamás y dijeron que podía quedarse en cualquiera de nuestras casas, siempre y cuando lo cuidemos bien.

El pelinegro se agachó un poco, lo suficiente para poder dejar la caja en el suelo, aunque está no tardó en caer a uno de sus costados debido a la energía que desbordaba el cachorro, corriendo por la habitación mientras su cola de movía de lado a lado, pero se detuvo a oler los pies del mayor, sentándose y mirándolo con sus tiernos ojos.

» ¿Vez? Ya te quiere, ahora se un buen padre y no te vayas a fumar. –un infantil puchero apareció en su rostro y Jake no pudo evitar reír.

Sunghoon era un bebé.

Su bebé.

¿Cómo creen que se llamará el cachorro?

𝖢 ➪ 𝖩𝖺𝗄𝖾𝗁𝗈𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora