Capítulo II. Siervo de Dios

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El tipo no podía creer lo que veía, la sensual mujer de la que iba a abusar se estaba convirtiendo en un monstruo, uno que respondía a sus palabras en tono siniestro.

—Claro mi semental, claro que quiero... yo siempre quiero, pero las chicas que violaste y chantajeaste no.

—¿Q-q- qué...?

—¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué?... Tantas interrogantes y tan poca comprensión.

—...

—¿Qué? ¿Te comió la lengua el gato? O más bien yo debería arrancártela por aprovechado.

El reflejo de su tercer ojo mostraba partes de la vida de ese hombre, a su vez se iba acercando amenazante.

—Es comprensible, ni siquiera conociste a tu padre, tu madre era negligente y fría, por lo que simplemente la culpaste de que él no se quedara, aunado al hecho de que tenías sobrepeso y ninguna mujer se fijaba en ti, así que decidiste cambiar, sin embargo, solo cambiaste el exterior para usarlo como carnada, engañando, violando y tomando fotos bastante turbias para chantajear...

—P-por f-f-fa-v-vor, de-déjame- ir — el tartamudeo del hombre le interrumpió.

—¿Acaso tú dejaste ir a tus presas?

Dio un respingo a dicha pregunta, era verdad, él no había tenido piedad con esas mujeres, así que no podía esperar aquello de ese monstruo, su cara de desesperanza delataba su pesar.

—Hey, vamos, tú y yo no somos tan diferentes. Descuida te daré un beso y tendrás disfunción eréctil hasta que sepas comportarte— sonrió macabra, le besó sin pudor y se separó tranquilamente.

—¡NO! N-no me ha-hagas eso, ¡te lo suplico!...

—Igual ya lo hice... ¿Entonces prefieres morir?, pensé que atesorarías más tu vida, pero alguien como tú, que siente que lo más importante es su pene, supongo que da igual, tomare toda tu energía vital aun si sabe nefasta y no me aporte mucho.

Se acercaba lentamente sin dejar de abrazarlo, arrebatándole las píldoras escondidas en su saco para luego intentar hacer que se las tragase todas, sería una buena excusa como "causa de muerte", justo cuando iba a besarlo, esta vez para drenarlo...

—¡Policía! ¡¡Esta por aquí, un hombre se llevó obligadamente a una mujer por aquí!!

Un hombre con atuendo de sacerdote la interrumpió, y el sujeto salió de la parálisis empujándola y echando a correr como loco. Se quedó recargada en la pared de aquél callejón, su aura demoníaca desapareció y los efectos de la droga volvieron a azotar su cuerpo.

—Tsk —chasqueó la lengua insatisfecha —, "la fe", salvando a los pecadores desde tiempos inmemoriales... bueno, al menos lo asuste lo suficiente para que reflexione— musitó débil.

—Señorita, ¿está bien?

El sacerdote que llegó a auxiliarla era joven, evitó que cayera, sosteniéndola entre sus brazos, la preocupación en esos bellos ojos bicolor la abstrajo, castaño y verde eran una bonita combinación, eso, aunado a su debilidad, la llevaron a sonreírle complacida, quizá, después de todo, esa noche obtendría sus sagrados alimentos.

—Gracias, pero no era necesario que llamase a la policía.

—Oh, no lo hice, solo fue para ahuyentar a ese desgraciado, no sabía si era peligroso... no se preocupe, ya está a salvo, la llevaré al hospital, se ve muy mal.

—N-no, no soy de aquí, por lo que seguro médico no atiende apersonas como yo, además de que no traigo identificación, pero si me lleva a su casa a descansar... mejoraré...

—Mejor la llevo a su casa.

—Mmmmm...— dudó, pensando cómo explicarle— «No puedo decirle que mi casa está en el infierno, además, ¿no entiende que quiero irme con él?».

Así que solo dijo una excusa conveniente

—Mi casa está muy, muy, muuuuy lejos, solo necesito descansar... confío en usted, se nota que es un ángel de persona, un buen samaritano.

Continuaba hablando sugerentemente, sin embargo, la ingenuidad de aquel sacerdote la sobrepasaba y finalmente aceptó llevarla sin malicia. Se transportaron en su automóvil y ella fingió dormir todo el camino, aunque en realidad trataba de mantener su calentura bajo control, ya se desquitaría con ese hombre.


✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝


Llegaron al hogar del sacerdote y éste la llevó a su habitación. La mujer trastabillaba.

—Quédese en la cama, yo dormiré en el sofá, le traeré agua porque aún se ve afectada.

Iba a seguir con sus atenciones, de la nada ella lo jaló, cayeron en la cama y esa mujer lo besó, le besó tan intensamente que logró excitarlo un poquito, eso le sorprendió mucho e intento separarse, no podía hacer tal cosa.

—Se- señorita, ¿qué está haciendo?...

—Por favor, ayúdeme.

—Debería llevarla al hospital.

—Ya es muy tarde, estoy sufriendo mucho... se lo suplico — le abrazaba mirándole lastimeramente.

—No puedo, soy un sacerdote, está fuera de las reglas impuestas por la iglesia — se negó completamente—, y no puedo aprovecharme de una mujer borracha, me excomulgarían.

—No le diré a nadie, si usted no me ayuda moriré... — jadeaba, respirando pesadamente — ¿Dios querría que usted abandone a alguien en problemas?, estoy lo suficientemente consciente para decidir qué hacer, le suplico ayuda... o ¿tengo que salir de aquí a conseguir a alguien que verdaderamente se aproveche de mí?...

—...

— Creo que necesita algo de ayuda padre— sacó una píldora, la puso en su propia boca y le beso para introducírsela sutilmente.

Cael la empujó al sentir que un objeto extraño se deslizaba por su garganta ¿qué era eso?, estaba mudo. Athalia por su lado, notó que si presionaba más, pronto cedería, no debía usar sus poderes en ese estado, no tenía un completo control y podía terminar de forma desastrosa.

—Creo que debería irme, no quiero meterlo en problemas, espero encontrar a alguien que me ayude, no puedo más — expresó con las mejillas sonrosadas y los ojos vidriosos—. Ayúdeme a llegar a la puerta.

Se abrazó a él restregando su cuerpo, incitándolo aún más, lo miró muy de cerca, sus labios casi se tocaban, la tensión sexual era demasiada, especialmente porque siendo un sacerdote evitaba todo acercamiento sexual, vivía para servir a Dios, no obstante, estaba comenzado a perderse, por alguna razón estaba muy caliente, no tenía idea que era por causa de una potente droga.

La mujer por su lado tomó el mando y le hizo enloquecer bajo sus caricias, destruyendo su autocontrol, lo que los llevó a arrancarse la ropa y hacerlo como un par de animales salvajes; mordidas, rasguños, embestidas maniacas e intercambio de fluidos, fueron solo un poco de lo que vivieron esa noche.

Seducción, satisfacción y la negación de todo eso porque no es de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora