Cael estaba algo satisfecho, veía a esa falsa monja sufrir jornada tras jornada para cumplir las demandas de la madre superiora, no obstante, ella no se rendía, todos los días intentaba algo nuevo para seducirlo, ya había perdido la cuenta de cuanto juguete sexual le ofreció, o cuanta ropa interior se probó para él, cuantas palabras sucias usó, etc... cosa que deseaba desesperadamente que acabara. Para su mala suerte, el exorcista no estaba disponible, así que dejó un mensaje con su asistente, diciendo que lo citaría en cuanto pudiese, debía comenzar a hacerse a la idea de buscar otras formas de deshacerse de Lía, estaba empezando a darse por vencido, y como caída del cielo, la respuesta apareció.
La rotación de monjas había terminado, ahora era turno de que trabajara nuevamente con Isabella, le preocupaba que Lía intentase lastimar a su colega favorita, así que tuvo que presentarlas en persona para darle una advertencia a ese demonio.
Cael tocó el hombro de la falsa monja para que le prestase atención, ésta dejó de barrer las hojas para voltearse, sin embargo, en cuanto posó sus ojos en la chica que traía consigo, un ligero temblor la invadió.
—Hermana Lía, ella es la hermana Isabella, más te vale tratarla bien o te las verás conmigo— murmuró en su oído esto último.
—M-mucho gusto— dijo Athalia con dificultad.
El sacerdote notó que ese demonio parecía estar incomoda.
—Es un placer, las monjas hablan mucho de una nueva compañera que es muy amable,
Isabella le extendió la mano para saludarla, la otra se quedó tiesa por unos segundos, Cael le dio un codazo para que respondiera, en el momento que Lía se vio obligada a darle la mano, dicha comenzó a emitir humo y un olor a quemado, Athalia la alejó bruscamente
—Si me disculpan tengo cosas que hacer— profirió, huyendo de inmediato.
La hermana Isabela se veía nerviosa, debido a su falta de autoestima se sintió mal.
—¿Habré hecho algo para hacerla enfadar?
—Descuide hermana, regrese a sus labores iré a ver qué le pasa a la hermana Lía.
Se apresuró a buscarla, ella no se dio cuenta de su presencia, pero lo que encontró le sorprendió.
— fuuu, fuuuuu.... fuuuuuuuuuuuu— soplaba desesperada intentado detener el dolor de las heridas que se sanaban lentamente hasta desaparecer—... quema, quema, quema... y ¿¡qué fue eso!? ¡MIS OJOS! ¡casi me deja ciega de tanto brillo! — se tallaba bruscamente con el dorso de su brazo para ver si le volvía la vista.
El padre no pudo evitar burlarse con perversa satisfacción.
— ¡Ja¡, por un momento casi me hiciste pensar que eras invulnerable, ¿quién diría que tocar a alguien tan pura te hiciese tanto daño?
Le parecía realmente interesante que ningún artículo religioso la lastimara, pero sí, alguien como la hermana Isabella, quizá era una persona bendita por el mismísimo Dios.
Su cara delataba sus pensamientos, así que Athalia lo corrigió.
— ¡Hey!, ella no es una persona especial, ella tiene verdadera fe y resulta que eso es mortal para un demonio.
—Yo también tengo fe en Dios — retruco, insultado de que ninguna de las armas santas a su disposición funcionara—, y no pude ni hacerte un rasguño.
—Llegados a este punto no tengo idea de que eres, no obstante, lo que sí puedo asegurar es que no tienes fe, en nada, ni siquiera por tu Dios.
— ¿Disculpa?
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Seducción, satisfacción y la negación de todo eso porque no es de Dios.
SpiritualAthalia, una sucubo harta del infierno, debido a unos problemas se escapa dispuesta a quedarse en el mundo humano, conoce a Cael, un sacerdote ultra católico que la salva, logra pasar una noche con él, más no es suficiente, está ansiosa de obtenerlo...