En los confines del infierno, sobre la orilla de un acantilado, un demonio del sexo vestida con una gabardina beige se encontraba seriamente mirando hacia arriba, su cabello rosado danzaba con la brisa acida, sus dorados ojos contemplaban la grieta, aquella abertura degradada en todos los colores azules posibles que la llevaría al mundo humano. Esperaba de brazos cruzados, impaciente, hasta que otra súcubo apareció teletranportandose.
—Hermana Zimisthria — volteó asustada, aliviándose instantáneamente al asegurarse de que en efecto era ella—, temía que no vinieras.
—No podía perderme el espectáculo At —espetó estoica aquella súcubo con apariencia de loli gótica.
—¿Lo conseguiste? — inquirió algo nerviosa la peli rosada.
—Fue difícil, el Lirium Vitae es escaso incluso en el infierno.
—El nigromante dijo que era esencial — replicó.
La hermana mayor le entregó un lirio de un rojo intenso, casi fosforescente, Athalia tomó la hermosa flor, acariciando sus pétalos, lo guardó cuidadosamente y se preparó para marcharse.
—¿Estás segura de esto?, Efelios te asesinara en cuanto se entere que escapaste.
—Es mejor ser asesinada que convertirse en una más de sus perras, yo también quiero un harem, pero eso no quiere decir que obligare a alguien a ser parte de él. Si todas esas idiotas quieren morir por su señor, que se den, no me arrastraran con ellas.
—Athalia, ¿realmente, estás segura de irte?, aún si quieres huir de Efelios, a duras penas podrás durar un año en ese lugar.
—Sí... quizás... bueno, cualquier cosa es mejor que ser un trofeo más de su harem, aun no entiendo porque las demás súcubos se aferran a él, si la vitalidad que les roba eventualmente las matará.
— No puedes quejarte, ahora está en la jerarquía más alta de los demonios sexuales, casi a la par de Lilith.
—Puaj, ese imbécil es demasiado nefasto para mi gusto, me niego rotundamente... aunque eso ya no importa. ¡Adiós Zimisthria! Cuídate mucho, Ciao ciao, sayonanara, bomboayage, good bye...
Iba a continuar despidiéndose cómicamente alegre, hasta sintió una presión que le heló la sangre, el mismísimo Efelios se acercaba a toda velocidad con su lanza, dispuesto a decapitarla debido a su desobediencia.
—¡¡¡¡¡¡Gyaaaaaaaaaa!!!!!! ¿¡Cómo se enteró!?
—Te dije que se daría cuenta — reiteró estoicamente.
El pánico le hizo volar a toda prisa para atravesar la grieta, y estando a punto de ser tasajeada por la ira de Efelios, logró cruzar, escuchando a lo lejos los improperios de ése demonio arrogante.
—¡¡¡Regresa aquí perra bromista!!! ¿¡Crees que estoy jugando!?
—Nana nana na na~ mira tú carota~
Bailaba en son de burla mientras infantilmente sacaba la lengua en dirección a sus feos gritos, cuando repentinamente la lanza venía a una velocidad supersónica que a penas y pudo esquivar, pasando de largo, rasgando un poco su mejilla.
—¡WUAAA!
—¡¡¡CUANDO VUELVAS LO PAGARAS!!!— bramó a lo lejos.
Mientras atravesaba la grieta, por fin dejando de torear a su perseguidor, su sonrisa se hizo presente, los demonios superiores no tenían permitido pasar.
—¿Qué lo pagaré?... ¡Ja! ¡Eso sí es que vuelvo!
Así es, había perfeccionado un hechizo que le permitiría quedarse en el mundo terrenal por cientos de años, si no es que toda su vida.
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Seducción, satisfacción y la negación de todo eso porque no es de Dios.
EspiritualAthalia, una sucubo harta del infierno, debido a unos problemas se escapa dispuesta a quedarse en el mundo humano, conoce a Cael, un sacerdote ultra católico que la salva, logra pasar una noche con él, más no es suficiente, está ansiosa de obtenerlo...