A la mañana siguiente, Cael se levantó agotado por toda la conmoción del día anterior, decidió lidiar con ese demonio, hasta que ella se aburriera de él y simplemente se fuera, o hasta que pudiera traer un exorcista del Vaticano sin que esa entidad maligna lo supiese, se dirigió a la cocina entre bostezos, y lo que encontró allí le trastornó.
—¡¿Qué estás haciendo?!
—El desayuno, no es obvio— explicó Athalia, guiñándole un ojo a su vez que lanzaba un besito.
Si hubiese sido únicamente el desayuno no le desquiciaría tanto, pero no, le estaba haciendo el desayuno vistiendo como única prenda un delantal blanco de volantes extremadamente corto.
—¡Ahhhh mis ojos!— se roció salsa tabasco de la mesa para no seguir viendo.
— ¡Que grosero!, soy una de las más bellas del segundo círculo infernal— reclamó ofendida en un puchero.
Luego de eso, antes de retirarse, Cael decretó intimidante con los ojos rojos por lo que se echó encima.
—Apresúrate y vístete, tenemos mucho que hacer. Si vas fingir ser una monja, te haré trabajar hasta la muerte como una.
Puso una cara tan siniestra que le dio escalofríos a la peli rosada, sonriendo como si fuese una sentencia maldita y después desapareció.
— ¡Oye!, se supone que aquí el demonio soy yo.
✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝
"Me gustan los humanos" ... Ese era el genuino pensamiento de Athalia, desde que se convirtió en una súcubo, volver al mundo mortal se convirtió en un hábito, viajando de un lugar a otro, conociendo diferentes personas, costumbres y tradiciones, había de todo entre ellos, podían ir desde los extremos más absurdos hasta lo más aburrido qué pudiese imaginar, y aunque eran interesantes y tuvo la oportunidad de reencarnar, no envidiaba sus vidas, el ser demonio tenía sus beneficios, porque a diferencia de los humanos, donde nacian para vivir de forma incierta y finalmente morir. Algunos vivían una prosperidad que ganaron a costa de las masas, otros radicaban en la miseria absoluta, y algunos más pasaban su tiempo rompiéndose la espalda para poder existir día a día, creyendo que el mañana sería mejor, probablemente su desinterés por ser mortal se debía que era muy haragana, no le daban ganas de esforzarse por nadie, al punto que quizá erró de infierno, en lugar del segundo círculo infernal debió ser enviada al quinto, donde residían los irascibles, perezosos y soberbios... entonces, alguien podía explicarle ¿!cómo diablos terminó así!?
— Lía, ¿ya terminaste de limpiar los pisos? — inquirió la madre superiora.
— ¡No, aún no! —respondió algo atareada, tratando dejar los pisos muy limpios antes de que volvieran a regañarla por haberlo hecho mal.
— En cuanto termines, por favor saca todas las sábanas para lavarlas, y asegúrate de que los niños tiendan sus camas con sábanas limpias, posteriormente ayuda al padre Cael con la misa de la tarde, ¡ah! y luego nos vemos en la cocina para preparar los alimentos de los niños.
—¡Sí! —lloraba sangre internamente, era su primer día y ya estaba al punto del colapso al saber todo lo que tenía que hacer, todo por culpa del amargado sacerdote, ¡ese bastardo!, ¿cómo se atrevió a decir que estaba muy emocionada y dispuesta ayudar en absolutamente todo lo que necesitaran?
Cael observaba a Lía desde el segundo piso, aprovecharía que estaba ocupada para investigar sobre el tipo de demonio que era, se dirigió a la biblioteca, pero por más que buscara ningún libro hablaba directamente sobre demonios, si se hablaba de dichos, solo era para repudiar su existencia, esto no estaba sirviendo de nada, a lo qué suspiró frustrado, en eso una voz comenzó a repetir los títulos de los libros.
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Seducción, satisfacción y la negación de todo eso porque no es de Dios.
SpiritualAthalia, una sucubo harta del infierno, debido a unos problemas se escapa dispuesta a quedarse en el mundo humano, conoce a Cael, un sacerdote ultra católico que la salva, logra pasar una noche con él, más no es suficiente, está ansiosa de obtenerlo...